Los monólogos que los candidatos ofrecieron en TVV el 6 de mayo estaban enlatados en cuatro bloques. El primero llevaba por título "Senyes d'identitat". Camps, Alarte, Sanz y Morera no salieron corriendo del plató porque habría quedado feo, pero cada uno evitó como pudo esa charca. Una de las señas de identidad de esta campaña electoral es precisamente la decisión de los partidos de no sacar la lengua, ni la bandera, ni agitar ninguno de los fantasmas que desde la Transición tienen encadenadas muchas energías.

El medio millón de parados, la crisis económica y la institucional y política por la epidemia de corrupción son argumentos que desalojan otros asuntos. Al PSPV, al Bloc y a EU no les interesa; al PP, directamente, no le hace falta. Las medidas en favor de la normalización lingüística también han sido desterradas de las propuestas principales. La izquierda, especialmente Compromís, subraya su promesa de garantizar la escolarización en valenciano en todos los niveles educativos, pero con menos energía que otras veces.

El presidente Camps visitó ayer la sede de Lo Rat Penat para expresar su reconocimiento a la entidad fundada por Constantí Llombart por mantener viva la llama de "lo valenciano". En general. El presidente de la diputación, Alfonso Rus, quiso, en ese acto, verter la justa dosis de anticatalanismo, 24 horas después de haber hecho lo mismo en el mitin de Rajoy en la plaza de toros. "Han querido cambiar el cuento, pero el cuento no se cambia, en Valencia se habla valenciano", soltó ayer. El cardenal valenciano Ricard Maria Carles -que fue arzobispo de Tortosa y Barcelona- recriminó estas posiciones. "Hablan de una Cataluña que no es la auténtica", replicó.

El PP ha subrayado su valencianismo o valencianía, según opiniones, lo justo y necesario. Al gran partido contenedor del centro-derecha ya no le queda nadie compitiendo con esa bandera. El representante de la marca Unión Valenciana, José Manuel Miralles, fue convertido en vísperas de campaña. Pidió el voto para Camps y se dejó ver en un acto del PP en El Puig. No fue necesario ni entregar la bandera, como marca el protocolo de la rendición. Los populares anunciaron que Miralles iría al Palau a regalar la "senyera" que envolvió el cuerpo de Blasco Ibáñez, pero al final no hubo acto.

Muy lejos quedaron los homenajes al difunto González Lizondo, a la "senyera" o el impulso, desde el PP, de partidos como Iniciativa de Progreso o Alternativa Comunitat Valenciana, en la precampaña de 1999, para consumar la operación de fagocitar al regionalismo de raíz blasquista, que aglutinó UV. Ya no hay nadie a quien presentar una OPA, como la que consumó el fichaje de la consellera Mari Àngels Ramon-Llin en aquellos tiempos.

En el "debate" de Canal 9 quedó claro que en esta campaña se agitarían muy poco las aguas identitarias.

Sólo Marga Sanz, desde EU, anduvo por los territorios clásicos de la tríada identitaria lengua, territorio y bandera. "Esquerra Unida tiene claras cuestiones como el término País Valenciano, que es parte de nuestro nombre; tiene clara la unidad de la lengua y defendemos una estrecha relación entre comunidades que compartimos lengua y cultura". Para rematar, apostilló: "No entendemos que corten TV3". Fue el guiño de EU a la clientela tradicional de un Bloc que, desde el congreso de l'Eliana en 1996, fue abandonando las esencias fusterianas de identificar dominio lingüístico con comunidad nacional y abandonó la trinchera de las banderas y los nombres.

En TVV, Morera (Compromís) aludió como señas de identidad a la Generalitat y las cajas de ahorro, usadas como percha para denunciar el descrédito de Camps y su "nefasta gestión". Camps dedicó seis palabras a la cuestión identitaria: "seguiremos haciendo fuerte la lengua valenciana".

Y Jorge Alarte consumó su apuesta por lo que llama "normalidad institucional". ¿Si en la calle nadie habla de País Valencià, por qué nosotros tenemos que llamarnos así, venía a preguntarse antes del congreso del PSPV de septiembre de 2008, que lo aupó al liderazgo del partido, cuando se planteó quitar las letras PV a las siglas.

La militancia rechazó la idea, pero la ejecutiva hizo como esos niños que, no gustándoles el nombre con el que sus padres les bautizaron, se hacen llamar de otro modo. Socialistes Valencians es la nueva marca comercial. "Los socialistas valencianos sabemos quiénes somos, nuestra bandera es la senyera; la lengua, el valenciano. Me siento y soy valenciano. Conozco nuestra tierra y nuestra identidad", fue la declaración identitaria de Alarte a cámara.

El castellano, lengua oficial de las elecciones

Los partidos son, en el mejor de los casos desde el punto de vista de la normalización del valenciano, bilingües. Los "mailings" y la propaganda electoral ha sido redactada de forma abrumadoramente mayoritaria en castellano. En algunos casos, como las cartas de Compromís, de Esquerra Unida o del PSPV en las que se pide el voto, se han usado las dos lenguas oficiales de la Comunitat Valenciana. El PP, por su parte, utiliza, en la carta conjunta de Rajoy, Camps y Rus al electorado, el valenciano en dos párrafos de tres líneas cada uno. En la parte firmada por el jefe del Consell.