Gestionar el éxito siempre es más dulce que la derrota pero no está exento de responsabilidad. Un dirigente del Bloc —el principal partido de la coalición Compromís, junto a Iniciativa del País Valencià y Els Verds-Esquerra Ecologista— comentaba ayer cómo estos días los han llegado a parar por la calle. «Yo os he votado», «no nos falléis», les decían. Lo evocaba sin ocultar un cierto tono de apuro en sus palabras, propias de organizaciones poco acostumbradas a estas manifestaciones de efusividad en la calle.

Pero no es un dato casual. Unas 400 personas, la mayoría jóvenes, se han dirigido a Compromís tras el 22-M para sumarse al proyecto y otros han llamado a la puerta de los partidos que conforman la coalición para pedir incluso la afiliación. Les han tenido que explicar que eso no es posible porque la marca carece de personalidad jurídica. Ahora mismo, para estar en Compromís hay que pertenecer a alguno de los partidos que la integran.

De las peticiones, la mayoría se han dirigido a través de la página web de la coalición, www.somcomtu.net, que daba la opción de «sumarse» al proyecto enviando un formulario con los datos personales para recibir información. No es un hecho irrelevante en tiempos de desafección hacia la política.

La pregunta que se hacen los estrategas del Bloc e Iniciativa es cómo canalizar ese caudal de ilusión generado tras el 22-M en personas atraídas por el proyecto de Compromís —bajo la estela del 15-M— y que, sin embargo, no muestran interés por las organizaciones clásicas. Un fenómeno que han detectado sobre todo en Valencia y l´Horta. Y ya se han puesto manos a la obra. El lunes, en la comisión de la coalición, los partidos acordaron la creación de un foro para estudiar fórmulas de participación directa en Compromís al margen de los partidos.

Y el martes, el Bloc ya designó a sus responsables, entre los que figuran dirigentes como Pepa Chesa, Tomàs Pérez o el secretario de organización, Lluís Miquel Campos. Hoy se reunirán para comenzar a analizar la cuestión. Esto es, qué derechos políticos tendrán las personas adscritas a Compromís, si pagarán cuota o no, cómo articular su participación en la toma de decisiones. Una de las fórmulas que inspiran a los impulsores son las «OFA» [«Organizing for America»], la organización que tomó la herencia de «Obama for America» cuando éste ganó las elecciones.

Los partidos crearán un registro de votantes de Compromís, a los que mantendrán informados y convocarán periódicamente a asambleas para hacerles partícipes de las decisiones. «Por ejemplo, de cara a la nueva legislatura en el Ayuntamiento de Valencia, convocar una asamblea a la que se cite también a las personas registradas como Compromís para que aporten sobre las iniciativas a adoptar», sugiere un dirigente de Iniciativa. Y cuando lleguen los comicios, serán movilizados, al estilo de la campaña que encumbró a Obama.

En el 22-M, hay colectivos a cuyas reuniones acudían más personas para colaborar que militantes censados. Pero, si las organizaciones se muestran rácanas a la hora de dar voz a los simpatizantes directos de Compromís, el riesgo que se corre es el de defraudar las expectativas.

Modelos 'IU' o 'Nafarroa Bai'

Aunque algunos apuntan que todas las posibilidades están abiertas de cara al futuro, la idea no pasa por crear una organización política propia de Compromís, al estilo de lo que el PCE hizo con el «movimiento político y social» que supuso Izquierda Unida, nacida tras las movilizaciones contra la OTAN en 1986. Ni siquiera el modelo de Nafarroa Bai, coalición de cuatro partidos navarros de diferente adscripción ideológica que cuenta con una estructura propia y la figura del «independiente adherido». Tienen hasta candidatos propios al margen de los partidos. Una opción que ahora mismo se antoja lejana.

A favor y en contra en la misma intervenció

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El Bloc e Iniciativa han trabajado juntos durante la anterior legislatura de las Corts —a la que accedieron con la antigua Compromís, cuyo buque insignia era Esquerra Unida— poniendo de manifiesto, en ocasiones, discrepancias en la estrategia y también a la hora de votar. La situación más chocante se dio con la modificación de la Ley de Caza para legalizar el «parany». Las dos diputadas de Iniciativa del Poble Valencià estaban en contra y los dos del Bloc, a favor.

Por acuerdo, se pactó que la parlamentaria Mireia Mollà saliera a la tribuna para explicar el voto en contra a la ley de ella y de su compañera Mònica Oltra y reservara unos minutos para exponer la oposición al texto —que apoyaron el PP y el PSPV— de los diputados del Bloc Enric Morera y Josep Maria Pañella. Mollà cumplió a la perfección la misión dual: A favor y en contra en la misma intervención.

Otras veces hay descoordinación en la estrategia. Esta semana, el líder del Bloc mostró su disposición a tener presencia en los órganos de representación institucionales. El mismo día, horas después, Oltra propuso bloquear la renovación del consejo de RTVV mientras no se «democratice» el ente público.