El escándalo de espionaje a políticos y empresarios de la agencia de detectives Método 3 ha irritado al sector de los investigadores privados, que defienden la seriedad y legalidad de la profesión. Eloy de Paco, presidente del Colegio de Detectives de la Comunitat Valenciana, critica los métodos de la agencia desmantelada por la Policía en Barcelona y Madrid: "El espionaje político es un delito como tal. Siempre tiene que haber un fin lícito cuando se piden nuestros servicios, no se puede investigar a otro partido así como así, como el vamos a ver qué sacamos de éstos. Nosotros no espiamos, investigamos", sentencia.

Cabe recordar que el detonante de la polémica ha sido la revelación de una charla entre la exnovia de Jordi Pujol hijo y la líder del PP catalán, Alícia Sánchez-Camacho. A partir de las detenciones y registros de dicha agencia se ha conocido una relación de 169 personajes públicos y privados espiados (varios de ellos valencianos). Para De Paco, es legítima la investigación en los partidos, pero "hay matices".

"Un partido político, al igual que cualquier empresa con personalidad jurídica, puede tener trabajadores con una actitud fraudulenta y querer descubrirlos. No es tan anormal que lo hagan para este tipo de conductas o por ejemplo cuando hay sospechas entre algún candidato o cara visible de que lleva una vida oscura o negativa de cara a la sociedad, por lo que se intenta corroborar con un detective", explica.

El presidente de los investigadores sitúa el caso Brugal como "referente en España de grabaciones a políticos para desvelar corrupción". Ángel Fenoll, el empresario de las basura con el que comenzó el caso, contó con la ayuda de un detective.

Lo cierto es que este sector, con unos 160 miembros colegiados en territorio valenciano, vive con indignación las noticias que surgen estos días. "No todos somos Método 3 ni nos dedicamos a eso", apunta un detective de Valencia que prefiere mantener el anonimato.

Según su relato, la crisis económica está afectando sobremanera al oficio, que se refugia en los trabajos para las compañías de seguros. "Hace años las empresas eran los principales clientes. Se investigaba duplicidad de empleos, competencia desleal, comerciales que no hacían su ruta... pero ahora el sector se mantiene en parte gracias a las compañías de seguros: fraudes por lesiones, golpes de coche simulados, bajas fingidas... Es lo que más se toca", explica.

En todo caso, muchos asuntos familiares -más allá del estereotipo de las infidelidades- también terminan en sus despachos: vigilancia a los hijos por malas compañías, socios que han desaparecido con el dinero o dejando las deudas... "Siempre con un fin razonable", insiste. En cuanto a los métodos, "las guardias de diez o doce horas" y la cámara -a veces oculta, y siempre en lugares públicos-, siguen siendo lo habitual, sostiene.

Libro de registro e inspección anual

En cualquier caso, este detective insiste en la legalidad de sus actuaciones. Con arreglo a la ley, cada investigación queda registrada en un libro sellado por la Policía y que incluye: fecha de inicio y fin del trabajo, asunto, nombre y dirección del contratante e investigado, y los delitos perseguibles de oficio conocidos así como el órgano policial al que se comunica.

El departamento de seguridad privada de la Dirección General de la Policía realiza todos los años una memoria con los servicios en todo el país. Aunque en este caso la información que envían los investigadores omite los datos personales, solo la naturaleza de los asuntos.