En sus primeros siete minutos cosechó más aplausos que Fabra y, sobre todo, sonaron más enérgicos. Fue a cuenta de sus andanadas contra el catalanismo «no queremos cadenas de ninguna clase» y contra el presunto tripartito, una «amenaza» que en tiempos de Francisco Camps fue bautizada por el PP como «batiburrillo». Bellver fue más elegante: «un conglomerado ideológico de difícil compatibilidad». Quizás para que nadie se sintiera molesto con los aplausos cosechados, Jorge Bellver fue generoso en su descripción del Consell de Fabra: «Ha quedado claro que tenemos un Gobierno autonómico fuerte, serio, responsable, trabajador, que se siente valenciano y defenderá los intereses de los valencianos».

En materia de financiación, Bellver instó a los grupos de la oposición a «remar todos en la misma dirección» en beneficio de la Comunitat Valenciana. «Si los expertos con sus diversas orientaciones se han puesto de acuerdo, los grupos políticos podemos hacer lo mismo», sostuvo. «O todos juntos lideramos la reivindicación de una financiación justa para la Comunitat Valenciana o cada uno continua trabajando por su cuenta renunciado a la fuerza y las sinergias de todo un pueblo unido», agregó el popular.

Jorge Bellver quiso contraponer el modelo el buen gobierno de Fabra frente a la oposición. Es el «trabajo, la gestión y las propuestas» del jefe del Consell, frente a la «demagogia y parálisis» de la oposición. «¿De qué hablarían durante 30 minutos ustedes si no tuvieran al Partido Popular?», se preguntó. A esas horas de la tarde, el No Adscrito Rafael Blasco había abandonado ya el escaño número 93, donde siguió la sesión vespertina sin pestañear.