«Si aprueban las prospecciones sísmicas para buscar petróleo o gas natural bajo el agua en el Golfo de Valencia, los bañistas que estén buceando van a escuchar y sentir las explosiones». Así de rotundo se mostró ayer José Antonio Raga, catedrático de la Universitat de Vàlencia, tras una conferencia sobre las prospecciones petrolíferas en el marco del «Décimo seminario europeo sobre mamíferos marinos», que comenzó el lunes en Valencia. Junto a él, la profesora Natacha Aguilar, de la Universidad de La Laguna de Tenerife, declaró a Levante-EMV que «la expansión del sonido llegará incluso hasta Columbretes», que cuenta con la protección de «reserva marina». Al hacer las prospecciones, «la potencia es tan fuerte que hace hervir el agua», continúa Aguilar, que explica que el sonido que se genera alcanza los 240 decibelios.

Más allá del impacto en el turismo, también habrá repercusión sobre la biodiversidad marina: cambios de comportamiento, desviación de rutas migratorias, varamientos de zifios (delfines grandes); y consecuencias para la actividad pesquera, según estos expertos. Además, si se confirma la existencia de hidrocarburos, las perforaciones se hacen con un sistema que se denomina «contaminación crónica», porque es inevitable, continúan.

Por su parte, Javier Odrizola, de «Environmental Resources Management», la empresa que realizará los trabajos en el Golfo de Valencia si el Ministerio de Industria aprueba el proyecto, y que declinó una entrevista con este periódico no desmintió en ningún momento los impactos negativos de las prospecciones. Durante la conferencia, explicó que «hay que intentar mitigar los riesgos desde el principio». También se vio envuelto en una discusión más ética que técnica ante la pregunta de una alumna: «no es una decisión fácil, pero es el Gobierno el que tiene que sospesar la balanza, no yo ni la Industria», dijo Odrizola.