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Entrevista | Elena Cebrián

"La aplicación de la Ley de Impacto Ambiental es de esta conselleria "

"El sector agrario ha perdido peso en Madrid y Bruselas con el PP", sostiene la consellera de Agricultura

Elena Cebrián, en su despacho de la conselleria. eduardo ripoll

Cuando tomó posesión del cargo, a finales de junio, aseguró que «hay que dejar atrás los recortes en la agricultura y ganadería? ¿Son realmente sectores estratégicos para el nuevo gobierno valenciano?

La agricultura, ganadería y en términos más genéricos el sector agroalimentario, son sectores estratégicos para el nuevo Consell. Tenemos que funcionar ahora con el presupuesto que hemos heredad0 y nos gustaría aumentarlo de cara al próximo año; aunque no creo que podamos. Se pueden hacer muchas cosas con los actuales recursos gestionándolos mejor.

¿Qué herencia en el campo deja el PP tras veinte años al frente del Consell?

Tras las reuniones que hemos mantenido con representantes del sector, de los municipios o de organizaciones profesionales he percibido que se han sentido abandonados porque no se han atendido sus demandas, ni en Madrid ni en Bruselas. La agricultura valenciana tiene poco peso allí. Se ha descuidado la propia conselleria. Tenemos muchas limitaciones de personal y de fondos, pero no se pueden desatender servicios públicos en las direcciones territoriales o las oficinas comarcales, cuya labor es fundamental en materias como la información y las ayudas a los agricultores.

¿Qué demandas no se han atendido?

Grandes problemas del sector, que también son del territorio y la sociedad, como el abandono de actividad o de los campos de cultivos, así como el problema del envejecimiento de los trabajadores del campo, no se han atendido. Y allí, la actividad agraria, ganadera y forestal es importante. El otro reto, y al que se le ha prestado poco atención, es la fragmentación, el minifundio o la agricultura a tiempo parcial: problemas estructurales graves e históricos.

Organizaciones del sector reclaman un plan estratégico a largo plazo para corregir desequilibrios y paliar la crisis.

Coincido en la idea de que es necesario tener una estrategia para el largo plazo. El sector necesita garantías y estabilidad. Ahora bien, lo que no veo tan claro es que tengamos que invertir esfuerzos en crear un plan con documentos, estudios y diagnósticos. Eso cuesta dinero y gente. El diagnóstico y la experiencia ya se tienen. Tenemos técnicos de mucha calidad y la universidad está trabajando de la mano de la conselleria. En lugar de crear grandes planes que acaban en cajones de papel prefiero empezar a trabajar con las herramientas disponibles.

Respecto a los Planes de Desarrollo Rural para el período 2014-2020, superadas las alegaciones, ¿considera que los actuales son los adecuados?

El PDR es un buen instrumento que ha llevado mucho tiempo y se han solucionado las alegaciones que en su día hizo Bruselas. No vamos a cambiar el PDR. Sería contraproducente. Lleva un retraso de año y medio. Ahora lo prioritario es poner en marcha órdenes y convocatorias para que las ayudas impulsen la modernización de estructuras, apoyen la creación de empleo joven, la profesionalización, la agricultura ecológica, los planes forestales o impulsen la industria agroalimentaria. El dinero que envía Bruselas tiene que llegar a los profesionales. Los PDR tienen una revisión anual. Habrá tiempo para mejorarlos.

Tras años de grandes recortes, ¿que futuro tiene el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA)?

Hemos apreciado un cierto deterioro, dejadez y desánimo entre el personal de un instituto que ha sido referencia en el sector durante muchos años, sobre todo en el sector citrícola. Hay que revitalizar el IVIA cubriendo las vacantes de investigación, dotándolo con mayores recursos y potenciando las líneas de I+D y de obtención que variedades y patentes de cítricos que más se demandan. El IVIA y el sector deben trabajar juntos. La conselleria hará de correa de transmisión.

El proceso de concentración en el ámbito cooperativo agrario, pese a la ley que impulsó el Gobierno de España, no avanza.

Sabemos que el tamaño es una de las debilidades de nuestra estructura productiva valenciana. Es cuestión de apego a la tierra. La integración es una solución aunque no en todos los casos. Lo que hay que ver son las experiencias que han funcionado y las que no. Vistos los desequilibrios en el ámbito de la comercialización resulta necesario impulsar la competencia en la oferta porque la demanda está en manos de muy pocos operadores, que imponen la reglas del mercado. Hay que profesionalizar la gestión de las cooperativas.

El veto de Rusia vuelve a hundir las exportaciones y los precios de la fruta de verano.

Existe una gran preocupación. El cierre de las fronteras es grave, si bien es menor porque los cítricos están incluidos en las ayudas de la UE, pues la principio del veto de 2014 no estaban. Otros cultivos se han quedado fuera. Trabajaremos con el ministerio para pedir ayudas que sean necesarias. Pero Bruselas sabe que son fondos coyunturales pero no estructurales.

Los terceros países juegan con ventaja para introducir sus cultivos en la UE al tener menores controles fitosanitarios.

La preocupación es grande porque entre el 70 % y el 80 % de nuestras exportaciones se dirigen a la Unión Europea y algunos países de fuera juegan con ventaja en los cítricos porque no se vigilan adecuadamente las cuestiones fitosanitarias. Tienen unas normas menos estrictas. Las plagas, sin duda, preocupan. Las políticas de sanidad vegetal y comerciales deben ir unidas para evitar problemas.

El sector citrícola está inmerso en una auténtica «batalla comercial» por el control de patentes en las variedades naranjeras más rentables. ¿Cómo se ve desde la administración?

La rentabilidad en el sector de cítricos va muy ligada al momento de la comercialización. Los litigios que está habiendo en el ámbito privado, entre los titulares de derechos de explotación de determinadas mandarinas, es por cubrir huecos de mercado y conseguir mayor negocio. Los litigios deben dirimirlos los tribunales. Nuestro papel, a través, del IVIA, es trabajar para lograr la obtención de variedades buenas pero sin perder de vista que es un instituto público. Debe producir frutos en beneficio de todo el sector.

Francia ha impuesto el precio mínimo a la leche. ¿Sería conveniente también fijar precios también para frutas y hortalizas afectadas por las crisis de mercado?

Francia ha dado un paso muy trascendente y que marca un hito en el sector. Sin duda, me gusta que un país como Francia cuide su agricultura y saque provecho a la Política Agraria Común. Tiene un modelo agrario que a mí también me gustaría tener. Ahora bien, lo que pasa con el problema de la leche es particular porque procede de una situación en la que se ha eliminado el sistema cuotas, con lo que ha habido na sobreproducción y caen los precios. Sin embargo, no es similar al del mercado de frutas y hortalizas. En el caso de los cítricos, antes de fijar un mecanismo para fijar precios lo primero que habría que hacer es tener un buen mecanismo de información, un aforo, para saber lo que se está produciendo.

Se habla de sinergias entre agricultura, desarrollo rural, medio ambiente..., de su gran potencial, pero la inversión pública suele pasar de largo. ¿Cómo invertir esa situación?

Ese es el trabajo de esta conselleria. El hecho de tener una conselleria de Agricultura y Medio Ambiente no nos ha de hacer olvidar que el medio ambiente es una cuestión transversal que en nuestro caso afecta a todas las consellerias. La agricultura, como un gran usuario de recursos naturales y por la presencia en el territorio de la actividad agraria, es un foco importante de nuestra labor pero debemos ser capaces, de una manera integrada, de construir un relato medioambiental que afecte a todos. Suena muy programático pero trabajamos en ello.

¿Está diseñada su hoja de ruta?

Queremos tener una conselleria fuerte y en eso estamos trabajando, reorganizando los recursos. También utilizando una gran empresa publica como Vaersa, que son alrededor de mil trabajadores pero en la que previamente es necesario sanear sus estructuras, y lo mismo ocurre con la Entidad de saneamiento. Hablamos de servicios públicos fundamentales como es la gestión de residuos, la depuración de aguas para los que necesitamos unas estructuras fuertes, consolidadas y dotadas de personal. Estamos viendo que tanto en Agricultura como en Medio Ambiente hay muchas unidades que se han dejado perder dejándolas sin personal y no podemos permitirlo. Un ejemplo: para inspecciones de control integrado de la contaminación tenemos 4 inspectores para 700 empresas que deben ser controladas. Eso no se sostiene. Hay que hacer política medioambiental, pero con medios.

¿Cómo ve la «guerra del agua»?

Hay muchos diciendo que ellos no reabren la batalla del agua... pero no se dedican a otra cosa. Lo que tenemos que hacer es trabajar, ser prácticos y no meternos en debates estériles que lo único que hacen es desviarnos de poner el foco de atención en los problemas que tenemos, que son muy graves y muy reales.

¿Incluye la deuda con regantes ?

El desinterés del Gobierno en términos de financiación en materia de agua es tremendo. Recibimos apenas un tercio de lo que sería necesario y de ello se resienten grandes retos como el de la modernización del Júcar. Vamos a ser muy insistentes reclamando los compromisos del Gobierno con la modernización y a llenar esta palabra de contenido: ahorros, evitar pérdidas, renovar canalizaciones poco eficientes. Tenemos que ser capaces de garantizar el acceso al agua en calidad y cantidad suficiente a todos los usuarios y no solo a los regantes, que son un activo productivo importante de esta autonomía, sino también al resto de usuarios, incluyendo los medioambientales, que somos todos los ciudadanos.

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