Tienen un Coeficiente Intelectual (CI) igual o mayor que 130, pero no nacen con la sabiduría bajo el brazo. Los padres de niños con altas capacidades -prefieren llamarlo así, y no «superdotados»- reclaman que sus hijos cuenten con más medios en las aulas.

Andrés Costa, presidente de la Asociación Valenciana de Ayuda al Superdotado y Talentoso (Avast), explica, ayer en un acto de inauguración del curso, que los niños con altas capacidades «tienen una competencia tremenda para aprender cosas, pero no saben si no les enseñas». Por tanto, a pesar de que son inteligentes, «no pueden ir solos». Eso sí, lo que les convierte en especiales es que pueden «aprender más y más rápido».

Estos niños y niñas son como los demás pero, por ejemplo, aprenden a leer pronto, así como a desarrollar el lenguaje oral, escrito o matemático; tienen inquietudes distintas a los otros niños; y son más hábiles.

Según su presidente, desde Avast se orienta a las familias, y piden que los colegios apoyen la formación de este alumnado aplicando una serie de recursos especiales, para adaptarlos a la vida en la escuela y que esa diferencia no les impida ser felices.

Tener un CI elevado puede generar varios problemas, como ansiedad porque no pueden desarrollar al instante todo lo que su cerebro piensa, problemas con las habilidades sociales, y sobre todo, aburrimiento en clase.

Según Costa, «nuestros hijos muchas veces están a disgusto y realmente frustrados en las aulas», por lo que piden más atención. Denuncian que en la formación del profesorado el temario dedicado a los niños con altas capacidades es mínima, y se encuentran entre una ley que sí recoge un trato especializado en las aulas y unos colegios que dicen no tener medios.

Ampliación de los temarios

Entre algunas de las soluciones, hacer un estudio personalizado y ampliar el currículum del alumno; explicaciones diferentes y pedagógicas, no solo clases teóricas; y una algo más habitual, avanzar un curso, lo que a veces genera impedimentos. Con todo esto, algunos padres explican que actualmente la «solución fácil» que se aplica es no diagnosticar, y «normalizarlos».

Así pues, las madres y los padres se muestran preocupados por un sistema educativo «muy repetitivo» que satura a los niños con altas capacidades. Rosa Quiralte explica que su hijo acaba el curso con pesadillas por el agotamiento, y que primero de primaria «es una tortura», ya que se basa en afianzar conocimientos como sumar y leer, que ellos ya dominan mucho antes.

El hijo de Rosa a los 5 meses y medio gateaba, y a los 6 toqueteaba todas las cosas. Al año y medio iba por la calle mencionando todas las marcas de coches que veía. El hijo de Vicente Navarro, adolescente, no quería ir a clase, porque decía que aprendía más una semana en Internet, que dos meses en las aulas. Además, el joven no se explica que en España se siga dando clase teórica «como en el siglo XIX».

Por todo esto, en el ámbito estatal se ha formado una plataforma que ya cuenta con más de 400 personas, y que aglutina a jóvenes, padres, madres y especialistas, para reivindicar un cambio en las aulas.

«Empecé a estudiar primero de Bachillerato pero no me gustó ni cómo se impartían las clases ni el modelo de educación», asevera Jorge Jerez. Así que, como aún no había decidido qué carrera universitaria iba a elegir este joven de altas capacidades de 17 años, decidió no cursar segundo de Bachillerato y empezar una formación profesional en sistemas informáticos y redes.

Jorge afirma que cambiaría «todo» el sistema educativo, ya que es «demasiado teórico, monótono, por lo que la mayoría de cosas que enseñan no sirven para el día a día», considera este joven.

Sobre la informática explica que siempre le gustó «trastear con los ordenadores». Empezó hace 8 años en un taller de Avast, y continuó con un ordenador que le regalaron. Más tarde, llegó a sus manos un portátil con el que empezó a programar, y hace dos años decidió montar su equipo, pieza a pieza.

«Sé que con un ciclo medio y superior me prepararé bien laboralmente, y conoceré mejor cada campo, lo que seguramente me ayudará a elegir una carrera», afirma.

Avast está a la espera de reunirse con el Consell, para trasladarles estas inquietudes, y que estos niños «dejen de ser invisibles», como dice Montse Alegre, madre de dos niñas.