El deshielo lingüístico ya ha pasado de las palabras a los hechos. Y vistos con perspectiva histórica, revisten un gran calado simbólico. El pleno de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) aprobó ayer, por sorpresa, la declaración conjunta con la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV) que insta a «establecer una relación normal» y propiciar la «cooperación efectiva» entre las dos entidades «desde el respeto al ordenamiento jurídico valenciano». El resultado de la votación, que en principio estaba prevista para el lunes, fue de 12 votos a favor y 3 abstenciones. Un académico no estuvo presente en el acto.

Esta aprobación por parte del pleno de la AVL allana el camino para que Federico Martínez Roda, decano de la RACV, consiga el lunes su objetivo de sacar adelante en la junta general de la Real Acadèmia la aprobación por mayoría simple de ese mismo texto, que apela a «la necesidad imperiosa de ir superando conflictos que han desgarrado la sociedad valenciana y que en nada han beneficiado al uso social del valenciano».

Fue Martínez Roda el impulsor de este proceso de acercamiento al afirmar en una entrevista con Levante-EMV hace tres meses que el Diccionari de la AVL «es el de todos valencianos». Días después proclamó en público la imposibilidad de seguir aferrados a la extraoficialidad minoritaria, casi residual, en la que pervive la normativa alternativa de la Real Acadèmia. «Esto es el limbo, y el limbo no existe», dijo.

El sí que ayer dio la Acadèmia a conformar «grupos de trabajo conjuntos» con la entidad que siempre ha arremetido contra la unidad lingüística y que ha criticado la existencia misma de la AVL constituye el primer paso para el inicio de las negociaciones hacia la pax lingüística. Y se ha producido de una forma poco ortodoxa.

El asunto no estaba incluido en el orden del día del pleno. Se introdujo en la misma sesión ordinaria que se celebraba ayer en la sede de Sant Miquel dels Reis. Según la versión oficial, fue incluido para «evitar así la convocatoria de un nuevo pleno de carácter extraordinario el próximo lunes, a fin de evitar desplazamientos de los académicos y generar gastos innecesarios». En realidad, Ramon Ferrer, presidente de la AVL, reconoció ante los académicos la verdadera razón de adelantar una votación que se había anunciado como simultánea para ambas academias. Se adelantaba porque una aprobación del texto por parte de la AVL iba a facilitar el respaldo del documento en el seno de la RACV. Así se da por imposible un escenario improbable pero temido en la entidad centenaria: que la RACV exhibiera en público su voluntad de caminar junto a la AVL pero que la Acadèmia se opusiera a ello. Una coyuntura incluso peor que el «limbo».

«Desacuerdos» con las formas

Aunque el resultado del pleno de la AVL fue ayer incontestable „12 a favor, 3 abstenciones y sin votos en contra„ hubo polémica por las formas. El académico Antoni Ferrando hizo constar, de viva voz y por escrito, su «desacuerdo con el procedimiento» por diversos motivos: la imposibilidad de presentar enmiendas (era un todo o nada), no contar con la opinión de los siete miembros electos de la AVL que en menos de un mes tomarán posesión, la coincidencia de este proceso con un periodo electoral, que las universidades valencianas también deberían participar en este diálogo ceñido a dos partes, y que la declaración conjunta pone en un plano de igualdad a la AVL y la RACV, lo cual «perjudica la autoridad y la credibilidad de la Acadèmia», en opinión de Ferrando. Él se abstuvo, igual que el académico Albert Hauf.

Ramon Ferrer, que lleva un lustro al frente de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, ve más cerca la posibilidad de cicatrizar viejas heridas en torno al valenciano. Ayer mostró su satisfacción por el resultado de la votación y por la voluntad de que el valenciano sea «un instrumento de cohesión social del pueblo valenciano» y de que se abra una «nueva etapa» con la RACV.