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Entrevista

Mónica Oltra: "El presidente está contento de mi protagonismo porque damos imagen de buen gobierno"

La líder de Compromís asegura que la diputada de las camisetas no se ha ido: «Cuando haga falta me pondré una»

Mónica Oltra: "El presidente está contento de mi protagonismo porque damos imagen de buen gobierno"

Mónica Oltra (Neuss, Alemania; 1969) recibe en la cárcel. En la vieja Cárcel Modelo de Valencia, reconvertida hoy en complejo administrativo que acoge varias conselleries. Entre ellas, la de Igualdad y Políticas Inclusivas (antes Bienestar Social), cartera que asume junto a la portavocía y la vicepresidencia del Consell bipartito con su afán por gobernar y no reinar. Sobre un anaquel destaca el expediente enmarcado de Antonio Ruiz, que en 1976 estuvo preso por su condición de homosexual en los bloques de ladrillo que ella contempla ahora desde la altura de un despacho funcional e invadido de luz solar.

¿Feliz como vicepresidenta?

Pues sí [sonríe]. Antes recibíamos a mucha gente con situaciones difíciles y solo podías reivindicar un cambio de política, ahora podemos tomar decisiones que cambian la vida de la gente y eso te hace feliz.

Ha dicho que hay que ser intransigente en la reivindicación de la deuda histórica y la infrafinanciación. ¿Hasta dónde hay que llegar?

Hasta las últimas consecuencias, porque es una cuestión de ser o no ser para nuestra comunidad. Hay tres reivindicaciones irrenunciables esté quien esté en la Moncloa: una financiación constitucional, la regularización de la deuda y las inversiones con arreglo a la población y las necesidades de este territorio.

Lloramos ahora, pero ¿no tiene la sensación de que a la sociedad le ha dado igual durante años esos asuntos?

El problema no es que a la sociedad valenciana le dé igual, sino que hay un desconocimiento sobre cómo financiamos las políticas que garantizan nuestros derechos.

¿Qué es lo que pasa?

Pasa que somos una comunidad pobre, porque tenemos un 12 % menos de renta per cápita. Eso significaría que tendríamos que recibir más dinero del que pagamos. Es una anomalía democrática que solo nos pasa a nosotros y creo que la sociedad lo desconoce. Y no lloramos, reivindicamos derechos.

Sí, pero hicimos el Palau de les Arts o los grandes eventos sin contar con el Gobierno central, al que ahora pedimos financiación. ¿No es incoherente?

Lo incoherente era lo que pasaba antes. El problema es que los diputados valencianos de los grandes partidos que han gobernado durante 20 años decían «sí, mi amo» en España en vez de defender a los ciudadanos que les habían votado. Eso ya no pasa. Defendemos los intereses valencianos por encima de los intereses de partido.

¿Veremos el corredor con doble plataforma algún día o se nos pasó el momento de las grandes inversiones?

El tercer hilo no deja de ser un parche y seguimos reivindicando el corredor, crucial para la economía. El problema es que hay intereses poderosos, sobre todo en el PP, para que pase por el centro, aunque la UE ha dicho que no tiene sentido. Esperemos que el nuevo Gobierno de España tenga sensibilidad y, sobre todo, sentido común.

El PP del arco mediterráneo sí que lo defiende ahora?

Espero que también lo defienda con sus votos en el Congreso. Lo que han hecho los últimos 20 años es decir una cosa aquí y hacer otra en Madrid. Por eso estamos como estamos.

¿El Síndic de Greuges es su principal enemigo como consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas? Lo digo por las 13.500 quejas sobre dependencia.

Yo no tengo enemigos. No sé si alguien me considerará así, pero en política no hay enemigos. El Síndic tiene toda la razón en el maltrato institucional que han sufrido las personas con dependencia. Creo que ha sido de las mayores traiciones del Gobierno del PP con los más vulnerables. Lo que pasa es que cuando entré en la conselleria me dieron una carpeta, que además estaba vacía, y no una varita mágica. Nos encontramos con 45.000 personas con derecho para estar en el sistema y que no lo estaban, carencia de plazas y un empastre en las residencias con el modelo Blasco/Cotino que el TSJ sentenció que no era legal. El objetivo es acabar en tres años con la lista de espera.

Algunos socialistas le echan en cara que usted tiene más protagonismo mediático que el president, que usted está siempre en las televisiones de Madrid.

Ah... No sé. Tendrían que estar contentos, porque proyectamos una buena imagen del gobierno que compartimos.

¿El presidente se le ha quejado alguna vez de su protagonismo televisivo?

No. El president está contento de que podamos dar una imagen de la Comunitat Valenciana ligada a un gobierno que genera prestigio. Cuando se habla de gobierno a la valenciana es en términos de buen gobierno, cuando hasta hace un año se hablaba de corrupción. Por tanto, el president lo ve con buenos ojos. Y en todo caso, el protagonismo no lo decido yo; voy donde me llaman.

¿Qué balance hace del mestizaje? ¿No se arrepiente de un reparto más tradicional de conselleries?

En absoluto. Estoy más segura si cabe que hace un año porque ha funcionado muy bien y nos ha permitido poner la inteligencia colectiva al servicio de un proyecto común. Todos sabemos lo que hacemos todos y no hay reinos de taifas. Puedes ver a dos cargos de Compromís discutiendo, cada uno defendiendo su conselleria.

También hay fricciones entre cargos de un partido y otro.

Sí, pero con quien más debates tengo es con el conseller de Transparencia y somos del mismo partido dentro de Compromís.

¿Cree necesaria una remodelación del Ejecutivo?

Es una prerrogativa del president y debe ser él el que lo considere.

Pero da la impresión de que, a diferencia de hace un año, ya no ve tan positivo un gobierno con Podemos.

Lo que yo vea es irrelevante. Pensaba que era bueno que los que firmamos el Pacte del Botànic estuviéramos en el Gobierno. Claro que no es fácil estar, pero nos votaron para coger el toro por los cuernos. Podemos decidió legítimamente no entrar y me parece bien. Y cuando decida entrar, también me parecerá bien.

¿Qué tiene Isabel Bonig de Mónica Oltra?

No veo gran parecido. No me siento en absoluto identificada en ninguno de sus rasgos, más allá de ser mujeres en política.

¿La Mónica Oltra de las camisetas pasó?

No. Está de vicepresidenta. En el despacho de vicepresidencia, donde se realizan las visitas institucionales, los sofás están llenos de camisetas que me siguen trayendo. Y cuando haga falta que me ponga una, me la pondré.

¿Alguna preferida?

Le tengo mucho cariño a la del metro, aquella primera blanca con puntos amarillos y negros... Se me ponen los pelos de punta?

¿Se ha dado cuenta de lo difícil que es gobernar?

Me he dado cuenta de eso y de lo mal que gobernaba el PP. Tenía idea de la corrupción y el saqueo, pero lo que más me ha sorprendido es que hubiera tanta incompetencia en la acción de gobierno.

¿Cómo va su relación con Ximo Puig? ¿El amor que él le profesó es correspondido?

(Ríe) Sí. Es raro hablar de afectos en política, aunque cada vez se hace más, y es importante. Sí, el president y yo nos trabajamos los afectos.

Pero se tendrán que enfrentar electoralmente. ¿El equilibrio del Consell empeorará cuando se acerque 2019?

Yo creo que no. No sé por qué tenemos que asumir que la política ha de ser tan enfrentada, ruda y agresiva. Haber compartido un proyecto de gobierno une y hace que la dialéctica sea más un contraste de opiniones, sabiendo dialogar, transigir y escuchar, porque uno de los grandes defectos de la política es que se habla mucho y se escucha poco. Estamos aprendiendo a ello y a que nadie tiene la verdad absoluta. Puede ser un reto importante de cultura democrática el año 2019, una oportunidad de demostrar que la política no tiene que ser el barrizal en que se ha convertido.

Usted también ha utilizado un estilo agresivo en las Corts en el pasado.

Más bien defensivo, porque las agresiones llegaban del abuso de poder del PP y del Gobierno. No es lo mismo. Yo lo que hacía era defender a mucha gente de las agresiones que estaban padeciendo, del rodillo permanente, la soberbia y la humillación.

¿La corrupción política es inevitable?

No. Lo que pasa es que el PP instaló un régimen que favoreció, amparó y se basó en la corrupción sistémica. El PP se perpetuó en el poder gracias a la corrupción y había que combatirlo con pasión y vehemencia, y frenarlo con leyes, códigos, buen gobierno, transparencia, y situando el listón de la ética donde debe estar, que no es en los tribunales.

¿Lo dice por los casos de Dolores Salas y Mónica Cucarella?

Lo digo en general. Lo digo sobre todo por los concejales de Valencia del PP, imputados por delito electoral y que siguen en su puesto, y hemos oído decir a sus dirigentes que los tribunales ya dirán. No es así, tiene que haber una ética pública superior, porque si los tribunales marcan la línea de la ética hemos acabado con ella. Que un político mienta a sabiendas no es ilegal, pero no es ético. Son líneas diferentes que el PP juntó en una.

¿Han sido justos los procesos contra Salas y Cucarella?

(Silencio) No es cuestión de justicia, sino de responsabilidad.

¿Deberían haber podido explicarse antes de los informes de Transparencia?

Aquí todo el mundo ha tenido la oportunidad de explicarse. Lo que pasa es que tenemos un código de buenas prácticas. Y si en algo se ha revelado trascendental la Conselleria de Transparencia ha sido en estos últimos meses. Si alguien la criticaba, ahora se ha dado cuenta de que este gobierno va en serio: cuando marca unas parámetros éticos, los cumple.

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