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«Ojalá no me los hubiera hecho. Me va a costar 4.000 ?»

Carla llegó a lucir cinco tatuajes. Nada más hacerse el último se arrepintió y empezó el costoso y doloroso camino de vuelta

Carla solo tiene 24 años y ya ha pasado por la experiencia de tatuarse y por la más dolorosa de deshacerse de las marcas en su piel. Empezó joven, con 16 años. «Aún me hacía falta autorización de mis padres pero nunca se enteraron», asegura. Se estrenó tatuándose su nombre y el de su hermana en la nuca. A partir de ahí, vinieron otras cuatro marcas más. «Sí, es difícil quedarte con uno solo cuando empiezas y más a esa edad». Reconoce que la mayoría de los cinco tatuajes que llegó a lucir se los hizo «por moda» y con motivos que no siempre eran lo suficientemente significativos para ganarse un lugar en su piel de por vida.

A los 22 años, y solo unos meses después de haberse hecho el último, tomó una drástica decisión: quitárselo todos.

Su percepción de su cuerpo y de la tinta sobre él cambió y no se lo pensó dos veces. «Ahora me parecen vulgares. Si fuera algo más pequeño o más significativo, más escondido? pero en un futuro no me veía con 40 años luciéndolos», explica. Ella trabaja de cara al público pero afirma, tajante, que en su decisión no pesó ninguna mala experiencia ni ninguna mirada prejuiciosa.

«No he sentido ningún tipo de rechazo. Era yo que ya no me sentía a gusto. Me los podía tapar casi todos pero yo sabía que estaban aunque no se me vieran», asegura.

En este tiempo y tras tomar la decisión ha acabado ya con cuatro de sus cinco tatuajes. Lleva invertidos más de 2.000 euros en la tarea de limpieza y está ahorrando para quitarse el más grande que le cubre un tobillo y gran parte del empeine y que le costará otros tantos euros. En total, más de 4.000 euros para reparar una decisión que ahora considera que no sopesó lo bastante.

«Además de ahorrar me estoy armando de valor para el del pie porque el proceso es doloroso y el dermatólogo ya me ha advertido que no es un paseo en barca», asegura. Para quienes se lo estén pensando, su consejo es claro. «Les diría que se lo piensen bien, que no sea solo un motivo bonito que han visto o algo que esté de moda porque si te arrepientes, la única manera de quitárselos es a fuerza de dinero. Ojalá no me los hubiera hecho», aconsejó.

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