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Tradición

"Coques de sant Blai curen de tot mal"

Muy popular ha sido siempre mártir sant Blai, que en tierras valencianas ha sido siempre gloriós, sanador, al decir popular, de todos los males de garganta, y a quien se le tributa solemnes reconocimientos y regocijos como en el caso de Bocairent y sus afamadas fiestas de Moros y Cristianos, por causa de por su protección les librara en 1632 de una epidemia de difteria, hecho que tienen como fe cierta.

Russafa, Torrent, Altea, Sax, Burriana, Pedreguer (les quitan este año sus toros), Albal, l'Alcúdia, Estivella, Llaurí, La Pobla del Duc, Potríes, Sueca, Alginet, Algemesí, y una larguísima lista de pueblos viven todos los años el 3 de febrero el día de sant Blai, en que se bendice y reparte el rotllo, dulce hecho de harina, huevos, aceite, azúcar, almendra, naranja, calabaza, mistela y anís, al que se le atribuye los poderes curativos del santo obispo médico desde que salvó la vida de un niño al que se le había atravesado una espina de pescado en la garganta.

La Iglesia Católica se ha reivindicado siempre como religión sanadora en base a los poderes sobrenaturales de la fe, entendiendo que si la fe mueve montañas (Mt. 17,20), cómo no va a curar unas simples anginas. Por ello, el santoral católico romano está lleno de santos especialistas en enfermedades.

Estos «doctores santos» los estudió Laura Díaz Mejías, de la Universidad de Alicante. Cita como primero y principal a San Jorge: patrón de las enfermedades hepáticas. San Blas: sanador de todos los males de garganta. San Vito: para curar la enfermedad que lleva su nombre «el baile de San Vito». San Cristóbal: calma las tempestades, cura las pestes y protege a los viajantes. San Dionisio: abogado contra la posesión diabólica y la sífilis. San Ciriaco: actúa contra las embestidas del demonio, la epilepsia.

Por san Blas se ha sentido siempre especial afecto, interesado claro, en los pueblos valencianos por la frecuencia de las enfermedades otorrinolaringólogas que tanto sufre la gente. En su fiesta se va a pedir a pedir prevención, protección y cura, mediante consumo de dulces, panes bendecidos, hierbas y cintas bendecidas. Mas lo que tiene por competencia propia y exclusiva a la protección de la salud de la garganta: «Sant Blai, gola amunt, gola avall»; «Sant Blai gloriós ens deixe el xic i s'emporte la tos», «Coques de Sant Blai curen de tot mal».«Sant Blai gloriós cura'ns la tos». «Sant Blai gloriós lliureu-nos de la tos!».

Lo de las hierbas que se repartían o vendían en la fiesta de san Blas hoy está un poco olvidado por estos lares. Eran de la planta malvavisco utilizada siempre contra la gripe, resfriados, faringitis, laringitis, bronquitis, enfisema, asma.

La acción sanadora corporal de la Iglesia muchas veces no era de ritualidad mágica o chamánica. Recordemos que en todos los jardines de los conventos -vayan al jardín Botánico y lo verán- había una sección de plantas medicinales de donde los frailes sacaban los remedios curativos que suministraban o vendían a enfermos junto con sus saberes y experiencias. Hoy la farmacopea sigue basándose mayoritariamente en la utilización de plantas de la sabia naturaleza en sus fórmulas curativas.

La industria sanadora de la Iglesia tuvo su competencia en la brujería y el curanderismo, motivo por el cual la Inquisición se dedicó a perseguir, detener, encarcelar y quemar brujas en las hogueras. Les quitaba fondo de negocio. San Blas es, por demás, como muchos otros santos, referencia meteorológica. Si hiela o nieva por estas fechas, este tiempo de frío se prolongará un mes más dice el refranero. Y se alarga el día solar: «Per Sant Blai, una hora per dalt i una hora per baix», o «Per Sant Blai, se sembra l'all».

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