Un baño de naturaleza aderezado de cultura e historia. Todo esto es lo que ofrece una ruta que atraviesa cuatro municipios de la comarca de El Camp de Morvedre: Segart, Estivella, Gilet y Albalat dels Tarongers. Cuatro localidades conectadas por la Sierra Calderona por las que se adentra este verde paseo para descubrir algunos de sus rincones más destacados, ya sea a pie, en bicicleta o a lomos de un caballo.

El recorrido, de 15 kilómetros, comienza en Segart, una localidad a la que se accede a través de la autovía A-23. Ya en el acceso a esa población, en la tercera de las rotondas, se cogerá el desvío que existe en la parte derecha hasta divisar un panel indicador del Garbí, que señala la ruta de ascenso a uno de los picos más emblemáticos de la comarca.

El terreno montañoso empieza a imponerse en este punto, donde los pinos y la vegetación típica mediterránea engullen a unos visitantes que, llevados por el silencio y el paisaje, van ascendiendo hasta el primero de los collados, a 250 metros de altitud. Las vistas desde esta zona son de una belleza increíble. A la derecha, las cumbres de Albardeta y Albarda mientras que al frente se divisan los fantásticos acantilados del monte Garbí.

Con una importante inyección de oxígeno y aire fresco, se inicia el descenso hasta llegar de nuevo a la carretera de Segart, una vía que habrá que cruzar para seguir la ruta al otro lado de la montaña y acceder así hasta Gilet, aunque antes se hará una parada en la Fuente de la Murta desde donde se volverá a ascender hasta el refugio de Morró a 370 metros. Un punto que marcará la mitad del recorrido.

De nuevo, las vistas vuelven a acaparar la atención hacia los alrededores del barranco de Segart, el Garbí, la Albarda, el Valle del Palància y las poblaciones de Albalat dels Tarongers y Estivella.

Una vez en este punto se puede subir hasta la Mola de Segart o subir el Monte del Xocainet, que queda a la izquierda. Sin embargo, un experto senderista de la comarca, Manuel Andrés, recomendaba a Levante-EMV escoger en este caso esa segunda opción y disfrutar de otro mirador privilegiado del valle del río Palància y el mar Mediterráneo.

El recorrido sigue, en descenso, hasta tomar de nuevo la pista forestal. Desde allí se cogerá un desvío a mano derecha para iniciar la subida hasta el punto más alto que contempla este recorrido; la cumbre de la montaña de la Redona, a 431 metros, desde donde vislumbra toda la cuenca del Palància. Un cerro que sirvió a los romanos de punto de vigilancia.

El descenso culmina en Albalat dels Tarongers , donde la ruta continúa hasta el barranc de les Merles que se atraviesa entre una exuberante vegetación y entre la que se descubre un aljibe y la famosa Balsa del Cerezo. De ahí y por el camino de la Rodana se llegará de nuevo a la autovía, que habrá que cruzar por la vieja vía minera de Ojos Negros y por uno de sus túneles abandonados hasta llegar así al punto de partida.