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Paterna

Cara y cruz para resurgir de las cenizas

Las naves afectadas por el incendio de Fuente del Jarro hace dos meses afrontan el futuro con fortuna dispar - La zona apenas registra movimiento

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Así está Fuente del Jarro por dentro después del incendio

Viernes, 10.30 horas. Una retroexcavadora apila el amasijo de hierros amontonados en una nave. El sonido de los trabajos rompe la monotonía que se había instalado desde hace semanas en la calle Islas Canarias, en el tramo entre las vías Ferrol y Eibar, del polígono Fuente Jarro de Paterna. El incendio originado hace ya 54 días en la empresa química Indukern se llevó por delante otros cinco negocios, dejando parte de la manzana sin actividad y una estampa fantasmagórica con olor a chamusquina. De hecho, las firmas afectadas han tenido que contratar vigilancia privada que día y noche tiene a dos vehículos apostados a las puertas de las naves para evitar la 'visita' de los cacos en busca de chatarra.

El cuadro que pintó aquel pavoroso fuego desatado pasadas las 9 de la mañana del 8 de febrero, permite contemplar a negocios levantados hace décadas completamente arrasados y a sus propietarios hundidos, pero también a otros que se consideran «afortunados entre los desgraciados». Son los que han podido retomar su actividad, a medio gas eso sí, apenas un mes después del siniestro.

Creaciones Arppe se dedica a la fabricación y distribución de accesorios para mascotas. Su parte trasera lindaba con Indukern y las llamas devoraron una nave de 5.000 metros. Cinco minutos antes de que se iniciara el incendio, un camión descargó cinco palets de material. Lo perdieron todo. El siguiente convoy, apenas diez minutos después, ya no pudo sobrepasar el cordón policial. El envío fue derivado a otros dos recintos, que actuaban de almacén en la zona de Táctica. Allí han podido retomar la actividad. «Los accionistas nos anunciaron que querían seguir con el negocio y, dentro del mal, hemos podido continuar en estas dos naves, más pequeñas, pero que nos permiten salir adelante», relata Santi Atilano, director general de Arppe.

Despido de empleados

El camino no ha sido fácil. Tuvieron que ejecutar un ERE que ha afectado a 30 trabajadores, el 65% de la plantilla, «aunque ya hemos ido recuperando a cuatro empleados», explica. Por el momento ya disponen de más del 40% de las 3.000 referencias con las que trabajaban por catálogo y «la facturación empieza a remontar y comenzamos a notar falta de espacio porque tenemos más material». La intención de Arppe es reconstruir la nave original a largo plazo, para lo que estima entre seis y doce meses.

Pegada a Arppe, está Caselli, una emprea de productos de limpieza para su venta en droguerías y grandes superficies. Corrieron la misma suerte que su vecina, ya que su nave está destruida pero no ha tenido la fortuna de poder retomar el negocio y su futuro «es muy incierto, con muchos escenarios abiertos». Así se explica Tatiana Roig, responsable de comunicación y tercera generación de una firma que fundó su abuelo hace medio siglo. «Psicológicamente estamos destrozados. Estás trabajando tan tranquilos y en quince minutos, de un plumazo, no te queda nada, te cambia el futuro y tus expectativas. Hemos tenido que afrontar las indemnizaciones por despidos que nunca nos hubiéramos planteado porque la empresa iba de maravilla, con una facturación anual de dos millones de euros», relata.

Durante estas semanas han tenido que despedir a una decena de empleados de la planta de fabricación de productos y la única actividad ha sido el envasado de un spray quitapolvo y para hacerlo inoxidable que les hacia otra empresa. «Es lo que están vendiendo y repartiendo los empleados que aún tenemos, pero cuando eso se acabe...», anuncia.

Ofertas para vender la marca

El prestigio de Caselli le ha llevado a recibir ofertas de compra por parte de empresas nacionales e internacionales para quedarse con la marca y sus fórmulas de productos. Pero no hay nada decidido. «Estamos hablando con los abogados y el seguro para ver qué hacemos. Lo que está claro es que dentro de un mes comenzarán las obras de demolición y desescombro», indica Tatiana Roig.

Artesanía Aitana, empresa dedicada a la fabricación de resina para cenefas decorativas para firmas cerámicas y elaboración de platos de ducha, es la más alejada dentro la manzana donde se originó el incendio. Tenía dos naves contiguas y una de ellas se salvó de las llamas, quedando únicamente ennegrecida por el humo. Son otros afortunados desgraciados.

José Ramón Gallego es gerente y uno de los dos socios propietarios. Llevan dos meses de papeleos y trámites «que no le deseo a nadie. Es un rollo, un transtorno que sin comerlo ni beberlo te ves obligado a hacer con abogados, seguros, peritos... Encima, estamos en plena campaña de producción y hay que compaginarlo todo», explica.

Artesanía Aitana disponía de otra pequeña nave a unos 600 metros de las principales, que le servía de almacén. Eso le permitió conservar abundante material. «Hemos comprado nueva maquinaria y es aquí y en la que se salvó del fuego donde hemos vuelto a iniciar la producción, aunque hemos tenido que comenzar prácticamente de cero», indica Gallego, que añade que no han tenido que despedir a empleados. «Al principio estuvieron limpiando la nave y después ya hemos empezado con la marcha», apunta.

El gerente sostiene que la «facturación ha comenzado de nuevo, tras estas semanas muy malas, pero dentro de la desgracia hemos tenido fortuna. Hay otros que lo han perdido completamente todo y esos clientes ya no los recuperas», advierte. De cara al futuro, la previsión es rehabilitar la nave afectada que no hará falta demolerla porque al ser ignífuga aguantó bien la virulencia de las llamas.

Indukern: «Es pronto todavía para valorar sobre el futuro»

Aquel 8 de febrero, la empresa Indukern se convirtió en una bola de fuego cuando un operario manipulaba o realizaba un trasvase de productos químicos. Fuentes de la firma, aseguran que la «voluntad siempre ha sido reponerse cuanto antes de la situación y darle continuidad a su negocio de química industrial». Así, el equipo comercial y técnico ha sido reubicado en unas oficinas cercanas para continuar con la actividad, mientras que parte del personal de planta sigue trabajando en la pequeña zona que no se vio afectada por el fuego y otro grupo de operarios se va trasladando semanalmente, de manera rotatoria, a otras instalaciones que la compañía tiene en Sentmenat (Barcelona). Allí la división de química industrial está reforzando la actividad para dar respuesta a sus clientes de la C. Valenciana. «El trabajo de peritos y aseguradoras continúa por lo que todavía es pronto para hacer cualquier valoración sobre el futuro».

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