Las dos cabezas visibles del Gobierno valenciano se desmarcaron ayer de las primeras reacciones exacerbadas de los partidos políticos a la moción de censura planteada por Unidos Podemos, principalmente porque uno gobierna con dos de las fuerzas que la apoyan y la otra como consecuencia de este hecho, precisamente.

El presidente de la Generalitat y secretario general del PSPV, Ximo Puig, indicó ayer que «cada partido tiene derecho a formalizar la acción política de la manera que considere» pero ha precisado que «no puede arrastrar a los demás a esa posición». Un mensaje bastante más moderado que el que el día anterior pronunció en València, por ejemplo, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien calificó de «trampa» la propuesta de Podemos y llegó a preguntarse si «Iglesias se cree que los socialistas somos tontos».

«A mí no me corresponde valorar lo que hacen los distintos grupos parlamentarios en Madrid», zanjó Puig en referencia de sus socios de gobierno. El jefe del Consell apuntó a que «si se quiere hacer una moción de censura se tiene que intentar buscar una fórmula a través de la que sea posible». Añadió que «en estos momentos estamos profundamente disgustados por lo que está pasando en España, tanto por lo que representa a la acción política en los presupuestos como por lo que significa la evolución del PP», al tiempo que afirmó que el Consell «no tiene una posición sobre la medida que se debe adoptar» ante ese descontento.

Prácticamente la misma frase la pronunció la vicepresidenta Mónica Oltra minutos después. La lideresa de Compromís, coalición que apoya la moción de Iglesias, reiteró que el Consell no tenía una postura respecto a la moción, pero que les preocupa «la corrupción sistemática y las posibles sospechas que puedan caer sobre el gobierno estatal de connivencia con la impunidad de los investigados por corrupción». Oltra «suspendió» a Rajoy en todos los sentidos y aseguró que ostenta un un gobierno no «deseable».