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Consecuencias del 27-O

El Botànic minimiza la asimetría catalana

Compromís sostiene que nada de lo que pase en Cataluña va a afectar al Consell bipartito pese a subrayar las diferencias con el PSOE sobre el 155

Enric Morera, Àgueda Micó y el conseller Rafael Climent, en el Aplec del Puig del pasado domingo. mao

«Nada de lo que pase en Cataluña vamos a permitir que afecte al Gobierno del Botànic. Está a prueba de bombas y de tsunamis». El mensaje en Compromís un día después del Aplec del Puig era contundente. La celebración anual sacó a relucir las diferencias con los socialistas sobre Cataluña, pero ayer era día de replegar velas, pedir calma y confirmar el buen estado de salud del pacto de gobierno valenciano.

«No somos el mismo partido, así que las diferencias hay que situarlas en la más absoluta normalidad», respondían fuentes de la dirección del PSPV.

El conflicto catalán ha derivado en una asimetría de pactos en Madrid y la Comunitat Valenciana. El PSOE está al lado de PP y Ciudadanos en la aplicación del artículo 155 de la Constitución contra la declaración de independencia del destituido Govern de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, mientras que el PSPV de Ximo Puig sostiene el Consell de la mano de Compromís y Podemos, dos formaciones que están en contra del citado 155. Un nuevo obstáculo, por tanto, en unas relaciones internas entre unos socios que hasta ahora han superado todos los que se han ido encontrando en el camino. Aunque en los últimos tiempos (será que las elecciones autonómicas se ven más cerca) es más frecuente que los discursos de ambas formaciones desentonen.

Con todo, el primer matiz es que con Cataluña no hay bloques homogéneos. No es lo mismo el Puig que intenta actuar de puente con Puigdemont que Pedro Sánchez, apuntan en la cúpula de Compromís, y no es lo mismo dentro de la coalición la posición de algunos dirigentes de Bloc que la de otros pesos pesados de Iniciativa (el ala de Mónica Oltra).

La diferencia de posiciones sobre Cataluña es, por otra parte, un argumento más para el PPCV, que cada día insiste en reclamar al jefe del Consell que se aleje de quienes son un «peligro para la democracia», en referencia al desmarque de Compromís del 155. La que habló ayer fue la número dos de los populares valencianos, Eva Ortiz, que en la línea señalada preguntaba a Puig «si de verdad se siente cómodo con Compromís como socio». Esperábamos algo más del president, dijo, «no que su objetivo solo fuera alcanzar el sillón». Puig, subrayó, «prefiere callar para que Compromís no le mueva la silla. Así está entrando en una espiral de sectarismo y radicalidad que nunca hubiéramos esperado de los socialistas», a los que echó en cara que aguanten «insultos» de los socios.

Pactar es aguantar y saber olvidar. PSPV y Compromís han aprendido esa premisa en los dos últimos años de gobierno en común. Y no es previsible que, aunque señalen las diferencias ideológicas entre unos y otros, dinamiten un acuerdo que en privado ambos reconocen que deberán renovar para mantener el «Govern del canvi» hasta 2023. Lo dicen todas las encuestas y en las direcciones no lo cuestionan.

Cataluña, no obstante, no es una circunstancia cualquiera y pasajera, sino que es el episodio más crítico en los cuarenta años de vigencia de la Constitución. La presencia del debate en la vida pública amenaza con eternizarse.

Compromís y PSPV tienen en su contra la diferente posición sobre la aplicación del 155, pero a partir de ahí (ya es pasado estrictamente), presentan más puntos de intersección que de diferencia en su discurso.

Ambos partidos temen que la reacción al caso catalán sea un proyecto de recentralización (igual que después del 23F llegó la ley de armonización de las administraciones autonómicas, Loapa, que rebajaba las posibilidades de autogobierno de los territorios) y están con los ojos abiertos a la espera de movimientos del PP.

Asimismo, la reivindicación de ambos socios es la de un nuevo modelo territorial, que supere al «agotado» estado de las autonomías. Que la solución a medio plazo no sea individual para Cataluña; que el café sea, si no para todos, sí para muchos.

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