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Análisis

¿Pero quién llevó al Bigotes a València?

El último misterio popular rejuvenece un enfrentamiento entre viejos líderes y sugiere miedo judicial en las alturas - Álvaro Pérez ya se dejaba ver en 2003; entonces Zaplana era ministro y presidente del PPCV, y Camps, secretario general: ¿quién lo adoptó?

Rafael Ripoll, en la Audiencia, ante Costa y Rambla. alberto nevado/lot

¿Cuándo aterrizó Álvaro Pérez en el PP valenciano? Se ha convertido en el misterio de la semana. Quizá una manera, para algunos, de desviar la atención de lo importante: las prácticas corruptas en las que presuntamente participaron dirigentes del partido para financiar actos electorales. Pero el Bigotes parece llamado a acabar siempre de protagonista de todas las fiestas. Antes, para alborozo general de los populares; ahora que los festejos se han acabado, como arma arrojadiza.

Pérez dice que fue Alejandro Agag, el yerno de José María Aznar, el que los introdujo ante Camps. Este asegura que el Bigotes estaba antes de que él mandara en el PP, que lo trajo su predecesor Eduardo Zaplana. Y este ha sostenido en un comunicado que es falso, que a ver si en esto iba a ser lo único en lo que su sucesor en el Palau y en el trono del PPCV siguiera sus directrices.

Para embarrar más el debate, ha empezado a circular un vídeo (al parecer con origen en el entorno de Camps). Muestra la convención de candidatos del PP en Castelló en febrero de 2003. Se ve juntos a Zaplana y Camps, fieles enemigos íntimos, en una sala abarrotada en la que la cámara se fija en un determinado momento en un personaje con unos bigotes que amenazan la ley de la gravedad. No hace falta decir el nombre. Una manera de apuntar a Zaplana, que entonces aún era el presidente del PPCV, aunque ya había dejado el Palau. Arcadi Espada (autor de la hagiografía campsista Un buen tío) ya había anotado esta circunstancia.

Claro que si se aplica la lógica que Camps ha manejado estos días de que el presidente de la Generalitat se dedica a gobernar y no al partido y que eso toca al secretario general (el suyo era el acusado Ricardo Costa), en 2003 ese cargo lo ocupaba un tal Camps. La vida es un bumerán, decía una canción.

Puestos a enfangar, en el entorno de Zaplana recuerdan que la relación con el hoy encarcelado era tan estrecha (una ironía más) que durante la campaña (la primera) en que Camps fue elegido presidente el exministro solo fue a una convención, y por petición expresa de Mariano Rajoy, y los organizadores (ya andaban por ahí Orange Market y Álvaro Pérez) le quitaron la silla de la primera fila por si robaba protagonismo al candidato.

Siempre quedan bien intencionados en el PP que intentan evitar más bulla interna, aunque la de los dos expresidentes huela a naftalina. Dicen estos que, en todo caso, con quien tenía mano la factoría Correa era con Aznar y que apuntar a Zaplana fue la manera que Camps encontró de señalar a esa etapa del PP, porque Zaplana fue ministro y hombre de confianza de aquel.

Queda también la verdad del registro Mercantil, que dice que Orange Market se constituyó en València en julio de 2003, cuando Zaplana aún era presidente del PPCV, pero ya no estaba en València. Y queda la verdad oficial según Génova, que afirma que la trama se trasladó a València tras cerrarle Rajoy la puerta en Madrid.

En todo caso, la pelea actual parece un indicio seguro de que existe miedo judicial entre quienes hasta hace no mucho lucían la púrpura popular.

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