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la ciudad de las damas

VALENCIA ENAMORADA

El amor en Valencia sale más caro porque necesitamos más de un día al año para conmemorar su existencia, con la consiguiente inversión de energías amatorias y capital financiero para adquirir el obligado obsequio. El 14 de Febrero, día de San Valentín, se nos quedaba algo corto siendo como somos la tierra de las flores, la luz y el amor. Necesitábamos un duplicado y lo tenemos el 9 d'Octubre, el día de los enamorados valencianos. En esta fecha coinciden dos importantes celebraciones. Desde la aprobación del Estatuto de Autonomía es la fiesta de la Comunidad Valenciana. Pero también es el Día de los Enamorados, según tradición originada en el siglo XVIII. Sin embargo, ambas celebraciones coexisten en paz y armonía, sin pisarse la una a la otra, ya que tienen mucho en común: el amor al país evidenciado en ese paseo triunfal de la erguida Senyera, y el amor a las personas, en concreto a las mujeres, a las que se hace entrega de esa mocadorà llena de dulces, que parecen inocentes, aunque en realidad poseen una potente carga sexual gamberra y picantona.

Quizás San Valentín, ese niño desnudo que dispara flechas a lo tonto, resultaba demasiado cursi mientras que encajaba mejor en nuestro carácter patrio la celebración de Sant Donís. Ésta se inició como una rebelde reacción a la prohibición borbónica de celebrar la entrada del Rey D. Jaime. Fueron los confiteros y pasteleros los que ante el veto impuesto hicieron, para regalar envueltos en pañuelos a las esposas o madres, dulces de forma y nomenclatura muy sugerentes, que evocaban los petardos que no se podían utilizar.

Este año la nueva administración autonómica en un rasgo que le honra; ha diseñado una campaña para apoyar el comercio cuya cartelería tiene, para empezar, el enorme mérito de no reproducir corazones atravesados o pastas poco apetecibles. Para variar, y en un desafío evidente a quienes creen que la realidad es cómo ellos quieren imponerla, el cartel anunciador de Sant Donís del 2015 tiene varias versiones en la que emparejan a frutas iguales o diferentes: peras con peras, manzanas con manzanas, pero también peras con manzanas. ¿Les suena de algo? Seguramente les recordará a ese personaje político al que no le debía gustar la macedonia de fruta, y que ahora está en el dique seco de donde seguramente nunca debió salir. En una recordada y vergonzante declaración pública puso de manifiesto su homofobia feroz y su ignorancia total utilizando una metáfora que pasó a los anales del estupidiario político. Más allá del cachondeo producido ante su desatino, lo cierto es que su tozuda oposición y sobre todo la de su partido, a reconocer que las personas son diferentes y aman diferente ha causado mucho dolor a quienes por su orientación sexual han recibido insultos, humillaciones y castigos.

Una igualdad ante la ley que el PP recurrió, recuerden. El 37 % de las personas LGTBI en España se han sentido alguna vez perseguidas porque aunque resulte incomprensible hay quienes prefieren ver a dos hombres con armas en la mano que cogidos de la mano. Pero la sociedad progresa, afortunadamente, mucho más rápido que formaciones políticas como el PP que se permitió recurrir una ley que reconocía derechos que luego ejercen sus propios cargos como es la del matrimonio entre personas del mismo sexo. Por eso hoy, en este San Donís, las personas enamoradas pueden ser manzanas, peras o melocotones, sin que a nadie les importen esos detalles más que a que a ellas. La lástima es que haya algunos melones que siguen sin entenderlo.

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