La quiebra total en la que se halla inmerso el Huracán-Valencia CF, con una deuda que ronda los 300.000 euros, más cerca de otros 500.000 euros que quedarían por pagar a final de la presente temporada, han encendido las alarmas del sufrido socio del Olímpic por aquello de que cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar. Que los jugadores del Huracán, llamado también Juan sin Tierra sobrevivan como puedan, sin cobrar y hasta teniendo que lavarse las camisetas para jugar los partidos de los domingos, invitan a pensar en un más que fatal desenlace.

El Huracán nacido en junio del 2011 ocupando la plaza del Torrellano con ambiciosos proyectos pensando en beneficiarse de los ingresos de la televisión, se halla ahora en la más profunda ruina, sin pertenencia y sin nadie a quien poder reclamar en el futuro. Todo hace pensar en lo peor, pese a que el Huracán ocupa el puesto número ocho de la tabla, muy digno dadas las circunstancias, a cuatro puntos de la promoción de ascenso.

Dicho esto, sin ánimo de ofender a nadie y ciñéndonos al partido de mañana ante el Atlético Levante, cabe recordar la importancia que tienen los tres puntos para el Olímpic, seguir sumando de uno en uno nos llevaría a la ruina deportiva con la consiguiente repercusión sobre la otra ruina, la económica de la que se habla muy poco pero que conlleva un alto riesgo de cara al futuro.

El Olímpic puede hacer gala de ser un club que siempre atendió los compromisos que estableció. Siempre mantuvo limpia su economía. Al final de cada temporada la junta directiva estaba obligada a hacer frente a la deuda que se hubiera podido producir aún a costa del bolsillo particular de sus componentes, algo que todos tenían asumido al hacerse cargo del club.

Volviendo al Atlético Levante, poco se puede añadir que no se sepa. Como buen filial de un equipo que llevamos en el corazón, vendrá como es su obligación a aguarnos la fiesta, algo que no debemos permitir ante la necesidad de victoria que atravesamos.