Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Aragonés o la historia de un artista revolucionario

La Casa de la Cultura de Xàtiva alberga el próximo viernes la presentación, a las 20 horas, de «Xàtiva i José Aragonés. Estudi del pensament d'un jove artista republicà»

La represión franquista y la desmemoria histórica condenaron a José Aragonés (1907-1987) a ser un tallista de lápidas de la calle la Reina de Xàtiva al que sus vecinos consideraban un excéntrico del que se conocía su pasado como escultor y pintor, pero se desconocía su labor como intelectual, representante de una juventud que quiso cambiar la historia de España sustituyendo la dictadura de Primo de Rivera por una democracia en forma de República. Aquello le costó la salud mental. Un libro de Salvador Català —Xàtiva y José Aragonés: estudi del pensament d'un jove artista republicà— desgrana su peripecia.

Català descubrió al protagonista del libro leyendo prensa de los años 30. Un tal Aragonés firmaba editoriales en los semanarios del Progreso, Izquierda o Unidad Antifascista. Era un veinteañero que defendía valores para crear un país mejor. A veces había que releer el titular para darse cuenta que era prensa del primer tercio del siglo pasado, y no del siglo XXI. Así , Salvador Català, columnista de Levante-EMV, ha intentado reconstruir su biografía a través de casi de un centenar de artículos escritos en la época más esplendorosa de su vida. Y también ha intentado recuperar más obra suya como pintor, escultor y tallador de madera; faceta en la que es más conocido como ya reflejó el autor, junto al coleccionista y editor Rafael Martínez, en la obra Pintores de Xàtiva: biografía de pintores desaparecidos. En este aspecto, «agradezco muchísimo la colaboración de Rafael Jaime Carrera Blesa, que desde Veracruz, conserva obra del artista, y es consciente de todo el pasado político de José Aragonés y de su esposa Patrocinio, así como de sus vínculos con el exilio español en México», cuenta Català.

«Pero ahora —añade el autor— tocaba recuperar la riqueza de pensamiento como intelectual, escritor y defensor de un arte revolucionario, instrumento de cambio social, de denuncia, y difusor de principios morales, base de cualquier democracia, como la igualdad, la libertad, la solidaridad o el pacifismo. Y aquello sólo podría llegar a través de un cambio político, la proclamación de la Segunda República», explica. La llegada de ésta y su noviazgo y posterior unión con Patrocinio Camús, Cinet, fueron los momentos más dulces de su vida, que desembocarían en los más amargos, con el giro político durante el Bienio Negro, el estallido de la guerra, y la posterior represión, que le llevó a la cárcel. Llegarían las torturas psicológicas y el renunciar por amor al exilio en México.

Pensamiento avanzado

Luchó Aragonés desde la prensa política por difundir la educación en valores, la necesidad de la enseñanza profesional frente al saber libresco, de la necesidad de la coeducación, la igualdad de sexos, del pacifismo, la erradicación de la violencia en la escuela, los hogares, y la política; defendió la eugenesia, la planificación familiar, los ateneos, las bibliotecas populares, la filosofía, la cultura como forma de evitar el embrutecimiento del ser humano, la libertad de pensamiento, y de cultos, dentro de un estado sin credo oficial donde católicos, protestantes o racionalistas fuesen iguales, explica Català, profesor y autor de la serie Biblioteca de Familias que publica quincenalmente esta edición de Levante-EMV.

Según detalla Català, encarnó el espíritu de aquellos jóvenes que lucharon por un país mejor. La modernidad de su pensamiento le situó en la vanguardia intelectual valenciana de los años 30, hasta que llegó la guerra, donde impulsó el arte antifascista. Fue corresponsal de guerra, escritor de trinchera, y altavoz en el frente, para arengar por la unidad de toda la izquierda frente al fascismo. Perdida la guerra fue condenado a muerte. Se le conmutó por pena de prisión y en el presidio sufrió la tortura psicológica del juego de ser fusilado; luego padeció destierro hasta que pudo volver a Xàtiva bajo vigilancia. El miedo desequilibró para siempre su mente, y le llevó a visitar el psiquiátrico en numerosas ocasiones. «Se le condenó a morir en vida. Ya no pudo escribir más en defensa del arte revolucionario, y participó en la vida artística de la capital de la Costera simplemente como un artesano sin mensaje», afirma el profesor.

Llegada la Transición, y cuando Xàtiva recuperó la democracia, se organizaron homenajes institucionales a compañeros de su generación como Bolinches, Renau, Carreño? «Pero increíblemente se olvidaron de José Aragonés», cosa que no hicieron en México, lugar al que viajó en 1974 para buscar al compañero David Alfonso Siqueiros, al que ayudó a escapar de España, y que hoy es todo un símbolo internacional de aquel arte antifascista en el país azteca. «El libro es, por tanto, un intento personal de poner remedio a lo que considero un agravio comparativo, y un injusto olvido», resume Català.

Compartir el artículo

stats