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Tribuna abierta

«in memoriam» josé ramón torregrosa

«in memoriam» josé ramón torregrosa

Quiero dejar constancia, conmovido, del fallecimiento la noche del pasado día 16 de José Ramón Torregrosa Peris, a quien muchos de quienes lean esta nota recordarán En mi caso, hay una amistad de toda la vida, forjada en la infancia en los bancos de la Escuela Católica; afianzada después con el paso de los años en el muy querido Instituto de Enseñanza Media José de Ribera de Xàtiva. Un pasado que vuelve, como evoca el Molt lluny de Pele-Raimon (canción a la que agregaría ahora el Som de su primer disco). Los amigos/as del curso de bachillerato pudimos estar con él —la despedida, en realidad— en Alicante, a primeros de febrero, en reunión de nuestra promoción. Afectado ya por la enfermedad, grave, mostraba buen temple, claro en su pensamiento y palabra, con su modo de ser —su "carácter"— reconocible, moderado por su buena adaptación al estado en que se encontraba. Su corazón, sin embargo, no ha resistido el último de los ataques sufrido a finales de ese mes. Fuimos niños de la inmediata postguerra: todo cuanto vuelve es "coral", de suerte que el Molt lluny salta al frente de la conciencia y lo distante-lejano se torna cercano.

Dos son los vectores que han configurado, a mi entender, su trayectoria biográfica: el de la solidaridad y el de la fidelidad: «A mis padres en solidaridad», reza la dedicatoria que puso al frente de su primer libro, Teoría e Investigación en la Psicología Social Actual (1974). Recogía allí una amplia muestra de textos representativos en la materia fruto personal de lo que había estudiado en los USA. Desde esos vectores redacto las breves notas que siguen.

Un tema dominaba entonces la literatura psico-social: el de las implicaciones de la discutida investigación La personalidad autoritaria (1950) de Adorno y otros, prefacio de Horkheimer, un gran clásico de la Psicología Social. Contamos con la versión que José Luis Pinillos dio en su día de ella en el capítulo final de ese breviario, también "clásico", que ha sido La mente humana (1970), redactado —«pensat i fet», recordaría Pinillos— en los años finales de su estancia en Valencia. Relacionaba allí la Personalidad Autoritaria con la «psicología de la incultura» y comentaba los resultados obtenidos de la aplicación de la escala F (por fascismo) a una población de universitarios y de miembros de la clase obrera. José Ramón Torregrosa interpretó los resultados con la clase obrera desde un punto de vista complementario al de Pinillos, que ahondaba en la condición determinante de la clase social de pertenencia. Hizo sus estudios en la antigua Facultad de Ciencias Políticas de Madrid en San Bernardo. Tuvimos el privilegio de conocer a grandes maestros, profesores e intelectuales de aquellos tiempos. Defendió siempre un enfoque sociológico de la Psicología Social. En Europa se trabajaba por la recuperación del legado anterior a la segunda guerra mundial con nuevas y significativas aportaciones. Cooperación y conflicto han acompañado el proceso de institucionalización de la Psicología Social en ese Escila-Caribdis que la ha caracterizado desde su origen. Todo ello se reflejó en su intensa labor pedagógica y en el amplio programa de tesis doctorales que dirigió.

De su estancia en Valencia a finales de los 70 recuerdo el impacto que sobre él ejerció el libro de Sennett/Cobs The hidden Injuries of Social Class (1973) (Los daños ocultos de la clase social) temática que se correspondía con una de las vetas de su agenda de trabajo. Volcó entonces su actividad investigadora hacia el paro y la, por así decir, «implosión» de los nacionalismos. En otro plano, apuntaba a la idea nuclear de «comunidad» y, en un número de Revista de Psicología Social hizo hincapié en la plena recuperación de la perspectiva orteguiana en y para la Psicología Social. En sus años finales, ha sido promotor activo de la Sociología Clínica y, con los avances de las neurociencias y de la neurobiología, puso su atención sobre la epigenética («toda evolución es epigenética», Canguilhelm) con larga historia en la materia desde el debate «herencia-medio ambiente».

José Ramón Torregrosa fue, en los años del Bachillerato, lector de poesía. Lo era Raimon. Quisiera, por ello, evocar encuentros con José Hierro, desde su Cuanto sé de mí (1957), libro del que tomamos noticia en tarde de invierno en la Biblioteca Municipal de Xàtiva o con Francisco Brines cuando su primer y mítico libro, premio Adonais 1959, Las brasas. Sirvan estas notas, apresuradas, de recuerdo del amigo que nos deja.

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