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Cine y feria con amigos

El cine y la feria van de la mano, porque los orígenes del cine están anclados en las ferias de atracciones del siglo XIX. El cinematógrafo fue viajando en las carretas de los feriantes como una diversión más. Fue el acompañante más fiel del Tren de la Bruja y el tiovivo y, sobre todo, de las atracciones raras llamadas freaks por el film del genial Tod Browning. Una feria para los niños es algo fantástico con todas las implicaciones que la palabra conlleva. Entrar en el Real de la Fira con la orla de bombillas de colores es ya entrar en un mundo de ilusiones y deseos que pueden ser satisfechos. Nuestra mirada infantil percibe todo el ajetreo de colores y objetos de deseo como lo vivimos el día de Reyes. Volviendo la memoria a ese paraíso de la niñez, la feria se espera todo el año. Hoy mi recuerdo va dirigido al Tren de la Bruja como punto iniciático. El trenecillo era atractivo, sin embargo el pensar que entraríamos en un túnel obscuro no lo era tanto. Descubrimos por instinto que la supuesta bruja era un hombre disfrazado que llevaba una escoba en la mano y nos atizaba. Era un hombre, ¿Qué habría en el interior? Mucho susto y gritos. Algunos chiquitines, acompañados, lloraban. Cuando llegamos a la adolescencia, volvíamos a subir al tren para reírnos de nosotros mismos al ser conscientes de que el atrezzo era de cartón, colgaban telas harapientas sin gusto, los muñecos colgantes de plástico eran cutres, la momia había perdido un brazo y la venda volaba, desgastada y rota, dejando a la vista que nuestro imaginario era más potente que la realidad. Pero subíamos para asustarnos los unos a los otros y reírnos de nuestros miedos, mis amigos Quique Alonso, Josep Boluda, Josep Peiró, Leo, Saoro y yo. Los quería a rabiar, tal vez ellos no lo sabían, tal vez nunca lo dijimos, sin embargo forman parte de una época difícil que con ellos lo fue menos y el verano pasaba suave y lento.

La feria la vivíamos hasta que cerraba. Porque cerrar la feria, sentados en las sillas de madera del Ayuntamiento de Xàtiva, era lo que había que hacer y comprar unos comics de terror para leer antes de dormir. Aquellos años sin un duro en el bolsillo, no tendrían magia sin mis amigos en feria. Para muchos de nosotros el cine y la feria van de la mano como la verdadera amistad que siempre se recuerda.

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