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Biblioteca de familias

LA VIUDA DE TORREGROSA Y EL PRIMER BUS DE XÀTIVA

La historiografía de Xàtiva carece de historias de mujeres empresarias. La oficial las relega de la vida pública a pesar de que desarrollaron un trabajo inmenso dentro y fuera del hogar. Siguen sin salir de los archivos y hemerotecas, como es el caso de Josefa García Muñoz. Así, sin ella, los Torregrosa, tartaneros, jamás habrían podido ser pioneros de la automoción ni haber fundado el Garaje España. A pesar de sus logros, la prensa local siempre se refirió a ella como «la señora viuda de Torregrosa, dueña de la agencia de carruajes de la calle Moncada». Nunca como Pepa, la tartanera, o la empresaria Josefa García.

Josefa nació a mediados del siglo XIX, procedía de una familia de conductores de carruajes. En Xàtiva casó con Vicente Torregrosa Mingot, un cochero que había aprendido el oficio de su padrino, Jaime Zamorano, un mayoral de diligencias, algo así como el encargado de supervisar una parada de postas, para que los carruajes de transporte llegasen a su destino lo más rápido posible, velando siempre por la seguridad y comodidad de los viajeros. El matrimonio fundó una agencia de carruajes en el número 6 de la calle Moncada. Las grandes familias tenían chófer y carruaje propio; el resto de la población tenía que alquilar los servicios de las empresas de transporte.

El mercado local estaba altamente especializado en tres grandes sectores: los carreteros, los conductores de carruajes de lujo y los tartaneros. En el primer caso, se hallaban concentrados en las partes altas de Xàtiva, desde las calles de Carners hasta Sant Joaquim, lugar donde familias como los Torregrosa —otra rama diferente a la de los tartaneros—, Chuliá, Guerrero o Bellver, entre otros, se ganaban la vida alquilando yuntas de bueyes dedicadas a tirar de arado, o a transportar desde cosechas hasta materiales de construcción. La segunda se concentraba en la Alameda, y destacaba la empresa Pastor y Compañía, que alquilaba imponentes carruajes como faetones o galeras, para cubrir eventos como bodas, bautizos o entierros, e incluso para novenas o romerías. Y por último, los tartaneros, donde compartía clientes Vicente Torregrosa con Gaspar Fayos. Tenían sus sedes respectivas en la calle de Moncada y en la de la Calderería. Se especializaron en servicio de taxi, para traer y llevar viajeros en dirección a la estación o pueblos limítrofes.

En fecha indeterminada de comienzos del siglo pasado falleció Vicente Torregrosa, padre de cinco criaturas. Josefa heredó el negocio y emergió a la luz pública de la legalidad como la viuda de Torregrosa. La agencia pasó a su nombre, y además de conseguir sacar su prole adelante, modernizó el negocio, combinando las tartanas con los automóviles. Cuando los Torregrosa García iniciaron el negocio de las tartanas, Bertha Ringer, la mujer del ingeniero alemán Karl Benz, demostraba al mundo que los prototipos de carros motorizados patentados por su marido en 1886, sí que servían como medio de transporte para cubrir largas distancias por carretera. Así a espaldas de su marido, se subió con sus hijos a un motorwagen, y cubrió un trayecto de 106 kilómetros, desde la localidad donde vivía hasta casa de su madre. Todo sin contar con carreteras asfaltadas, ni potencia para subir cuestas, ni con gasolineras —de combustible utilizó un derivado llamado ligroína que se despachaba en farmacias—, y con los suficientes conocimientos técnicos para solventar averías mecánicas por sí misma. Pasó a la historia como Bertha Benz, y no Ringer.

La sustitución progresiva de la tracción animal. No sabemos cuándo circularon los primeros automóviles por Xàtiva. Lo dejamos para otra ocasión. Sólo podemos afirmar que entre 1900 y 1920, se asistió en unas pocas décadas a la paulatina sustitución de coches de tracción animal por los automóviles, que acabarían con los carreteros, tartaneros y cocheros. El caso es que Josefa decidió modernizarse, y sin renunciar al pasado siguió con las tartanas y todo tipo de carruajes, mientras probaba los vehículos a motor. Especializada en el transporte de viajeros, y en el reparto de cartas y paquetes postales, no le interesaban los automóviles por su escasa capacidad. Para ello, junto a su hijo, José, experto mecánico y posterior fundador del Garaje España, decidió crear la primera línea de autobuses de Xàtiva, entendiendo también el transporte no sólo por motivos de trabajo, o de visita familiar, sino también por ocio y diversión. Así, por ejemplo, en los días de Pascua, subía y bajaba a los clientes de Bixquert por 75 céntimos hasta la Casa Camises, y por una peseta hasta la de los Casesnoves. A pesar de su carácter emprendedor, siguió siendo la viuda de Torregrosa hasta el final de sus días.

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