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Minima Moralia

De esos polvos?

Toda sala de exposiciones, en cualquier Casa de Cultura o Centro Cultural, galería de arte o Museo, tiene sentido por y se debe a los artistas. Estos son la materia prima nutriente y el objeto de existencia de aquellos contenedores. Parece algo obvio, pero en ocasiones hay quien lo olvida. Viene a cuento del ataque sufrido semanas atrás por Joan Ramos en uno de sus cuadros presentes en la exposición de artistas locales que tuvo lugar en la Casa de Cultura de Xàtiva, el pasado verano. Un bárbaro suceso que pone en evidencia un sinnúmero de flecos.

No resulta decoroso autocitarse, así que sólo diremos que desde estas páginas habíamos señalado hechos y condiciones que podían desembocar en lo que nos ocupa, cuando, con tristeza, hoy comprobamos cumplido el peor vaticinio. Ramos fue convocado a una exposición en las „que alguien cree son y deben ser las„ condiciones "de siempre", y el artista, hastiado de las mismas, amablemente denegó su participación. En un segundo intento, le enviaron a un "amigo" que le hiciese más difícil la negativa, y terminó aceptando a regañadientes. Pasado el tiempo de la muestra, momentos antes de la devolución de las obras, le comunican telefónicamente la agresión sufrida por uno de sus cuadros. No días o semanas antes, cuando probablemente había ocurrido. ¿A alguien con tal proceder se puede confiar obra alguna?

Desde la Casa de Cultura se manifestó a la prensa poco menos que la satisfacción porque el cuadro había sido dañado, pero no tanto. El alcalde pide disculpas telefónicamente y ahí queda todo, parece que no hay seguro contratado y se insinúa la colocación en el recinto de cámaras disuasorias. Muy escasa reacción institucional, que no es sino una derivada del problema principal: las exposiciones en la Casa de Cultura son "gestionadas" de igual modo a como se hacía en anteriores legislaturas. Nada se programa, pero se acepta todo „o sea, cualquier cosa„, lo que quepa en el calendario, "para no dejar a nadie fuera"; no se requieren medios de montaje ni se contempla coste alguno porque nada podrá desbordar las dimensiones del perenne e inamovible panelado vertical, que iguala todas las exposiciones; y otros despropósitos entre los cuales destaca el hecho de que sus responsables políticos no distingan una sala institucional de una galería comercial ni de un mercadillo. De colegiales. Ante un Ayuntamiento que no establece programación ninguna, que desconoce lo que es hacer pedagogía para, con y del arte, que no adquiere compromiso ni responsabilidad con los artistas exhibidos en su casa,? ¿es incapacidad? ¿desinterés? ¿o ignorancia supina? De la agresión personal padecida por Ramos „no ha sido el primer caso y, nos tememos, no será el último„ sólo se hizo eco este medio. ¿Y los compañeros del gremio artístico? Resulta escandalosamente llamativo que ni son respetados ni, por lo que se ve, se respetan a sí mismos. En definitiva, son muchos polvos, demasiados, para la ciudad que vive de anunciarse como "capital cultural" comarcal. Y ya se sabe que, de esos polvos, lo probable es que el lodo nos llene la boca.

Son tantos los flecos del asunto, decíamos, que a punto hemos estado de olvidar a quien atacó desde la cobarde impunidad del anonimato a Joan Ramos en su cuadro. Baste recordar las palabras de un clásico de la pedagogía: «Las injurias son las razones de los que tienen culpa».

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