Si el partido contra el Alzira hubiera acabado un par de minutos antes nos hubiéramos evitado un par de disgustos. El primer disgusto, el menos importante, por haber dejado escapar dos puntos ante un rival directo, en la última jugada y después de una buena primera parte, y de haber aguantado a un buen equipo en el segundo tiempo. Le teníamos ganas al Alzira, todos veíamos ya los tres puntos en el casillero, pero no fue así. No hay que rasgarse las vestiduras porque, al fin y al cabo, el Olímpic suma 50 puntos, es líder, invicto y mantenemos diferencias.
El segundo disgusto, el más serio e injusto, es la baja hasta final de temporada, por lesión, en la penúltima jugada del encuentro, de Moscardó. Él mismo ha asegurado que no hubo contacto con rival alguno, lo que ha calmado algunas voces. Pese al optimismo inicial, el jugador acudió el lunes al entrenamiento, se ha confirmado la rotura del ligamento anterior cruzado. Se acabó la temporada para él. De inmediato ha recibido el apoyo de todos. Se lo merece. Se pierde a uno de los «grandes» del equipo, uno de los jugadores que le imprime carácter. La respuesta de la plantilla no se ha hecho esperar: le van a dedicar el ascenso a la segunda B.
Junto a Moscardó, otros tres jugadores han dejado el equipo en las últimas semanas. Sigo sin estar preocupado, sí disgustado por la baja de Moscardó, aunque espero algún movimiento desde la secretaría técnica, movimiento que como el propio Luis Miguel Garrido ha reconocido, «debe contar con el apoyo de la directiva», y no me refiero al apoyo moral. Este domingo se juega en Torrevieja? ¡Por Moscardó!
