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El PSPV de Ontinyent es de derechas musicalmente

no pudo ser. Después de seis años continuados, el concierto estelar de Ontinyent en torno a las fiestas de agosto, del que con tanta insistencia se ufana el gobierno que preside Jorge Rodríguez, que dice haber "recuperado", visto lo visto, no satisface a priori a los votantes progresistas y de izquierdas que les dieron mayoritariamente el gobierno de izquierdas. A resignarse. Y es que 13 años después (también con alcalde socialista), el gobierno municipal repite con uno de los nombres estelares de la glamurosa primera hornada de OT, David Bisbal. Un nombre que se podría justificar si desde entonces hubiese experimentado una evolución hacia la calidad creativa e interpretativa. Pero que va, y eso que lo tenía fácil, solo emulando a Raphael (quien pese a su dilatada trayectoria nunca ha pisado un escenario en Ontinyent), en su último disco, al incorporar a su repertorio lo más florido de los compositores indie españoles. Tras los Melendi, Pablo Alborán, Amaral, que también repitió visita el año pasado, o el cantante banal de Almería, cabe esperar los próximos años a los Manuel Carrasco, David Bustamante...y en esa línea.

Es evidente que un alcalde, y máxime como el ontinyentí, que tiene que alternar su cargo con el de presidente de la diputación o las tareas del PSPV, materialmente no tiene tiempo para leer revistas musicales especializadas y de rigor, ni estar al cabo de la calle de la música o cantantes de calidad que hay en el mercado. Y menos aún de tratar con representantes y agentes artísticos, lo cual requiere experiencia y tiempo, circunstancias de las que Rodríguez no anda precisamente sobrado. Y ante la imperiosa necesidad, al atribuirse esta competencia en el desempeño de la alcaldía, no opta, como sería cabal, por delegar dicha función en técnicos municipales especializados en la materia, si los hubiere, o buscando especialistas externos al consistorio. Sino que delega dicha responsabilidad en su mano derecha de gestión, su secretario, que al parecer igual le sirve para un roto y para un descosido. Una tarea que desde el primer año, esta suerte de milhomes (según el DIEC, «qui es creu apte per a tot, que en tot vol intervenir; de tot vol saber»), viene realizando con desparpajo y soltura. Ya que mientras el común de los mortales precisa curtirse el cobre, durante años, para saber lo que se lleva entre manos, en esta tarea, nuestro sabut se diría que nació de pie. Y ya desde el primer minuto de partido empezó, para justificar la elección de este cartel, a pontificar sobre la música popular. Sin percibir que son unos resultados lastrados por la banalidad. Cuando, a peor, hace apología del entretenimiento como pérfido sucedáneo de la música, desdeñando los valores de la creación y de la cultura, con nombres como Bisbal.

La prueba más irrefutable es que en sus seis años de control ha aflorado una gestión acentuada de sombras donde no ha lucido la transparencia. Ignorando, si més no, nombres como: Joaquín Sabina, Ana Belén, Víctor Manuel, Andrés Calamaro, Bebe, Carmen Paris, Diego El Cigala, Enrique Bunbury, Estrella Morente, los Planetas, Jarabe de Palo, Jorge Drexler, Lucrecia, Pasión Vega, Niña Pastori, Rosendo, Pitingo, Zenet, Buika, Sidonie... Caracterizados mayormente por sus afinidades progresistas de izquierdas y por su calidad y con algo en común: no haber pisado nunca un escenario en Ontinyent.

Así que nuestro milhomes servía en bandeja la semana pasada al batle este anuncio: «Bisbal actuará en Ontinyent el 23 de agosto». Sólo él sabe qué tejemanejes habrá negociado con los representantes. Todo rápido y a dos meses vista.

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