¿El haber estado en la anterior ejecutiva y el aval de Jorge Rodríguez condicionan la gestión?
Hay cosas a mejorar, pero objetivamente la ejecutiva ha dado muy buenos resultados. Va a haber continuidad en algunas cosas y renovación en otras. El cambio generacional va a estar más representado. Mucha gente ha dado un paso atrás en el partido porque ya no es su momento y otros han dado un paso adelante porque ahora son quienes nos representan.
¿Qué le ha enseñado la alcaldía para coordinar un partido?
Al final echo mano de mi profesión de psicólogo: es una cuestión de empatía personal y social. Hemos de entender muy bien a la sociedad y al otro, ponernos en su piel... Son herramientas que nos valen para la gestión diaria de un ayuntamiento y de las administraciones. La izquierda ha de ser más sensible y empática con la gente.
¿Qué destaca de estos casi tres años de legislatura?
Gobernamos en minoría y eso implica una dificultad grande, pero hemos reducido mucho a deuda y conseguido que, durante dos años, los presupuestos se aprobaran por unanimidad. El pueblo ha comenzado a transformarse. Teníamos infraestructuras cayéndose que hemos acondicionado. Vamos a recuperar y a hacer accesible el Palau dels Borja y formamos parte de la ruta de los antiguos Papas, que estaba abandonada. Si conseguimos la residencia y el centro de día que la conselleria ha prometido para Castelló de Rugat, sería la guinda del pastel.
¿Cree que se nota el cambio?
El PP tenía otras prioridades que no eran recuperar el patrimonio y la cultura, como se está viendo. Con el cambio en las instituciones, hemos abierto muchas puertas que no hacían buena olor. Pero ese proceso es muy costoso porque se arrastran herencias negativas y la administración es muy compleja: cuesta mucho arrancarlo todo. En muchos gobiernos del PP la mala gestión ha acabado en los tribunales y eso es muy triste.
