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LA NÓMINA DE LAS MUJERES

Que no se puede, que está prohibido, que no es legal. Que es imposible, fruto de la exageración de las mentes calenturientas de algunas mujeres que ven agravios donde no los hay. Que algunas se creen que estamos en el siglo pasado, el de las sufragistas que se encadenaban para reclamar el derecho el voto. Y no se dan cuenta de que la igualdad es una realidad, y a día de hoy a las mujeres no les respira nadie porque bastante empoderadas que andan ellas como para intentar timarles. Y más en el salario, que está la cosa como para regalar un euro, con sueldos que son más una condena que una retribución porque lo único que permiten es una vida con muy pocas alegrías. Pero es el Día de la Igualdad Salarial, y se repiten los datos que insisten en que la sociedad tolera un enorme agujero negro, fuente esencial de discriminaciones y desigualdad, que es la brecha salarial. Furtiva a veces, evidente otras, eficaz para conseguir que el trabajo de las mujeres, siendo de igual valor que el realizado por los hombres, no reciba la misma retribución.

Es un hecho fuera de toda discusión. En España, más de siete millones de mujeres cobran casi 6.000 euros menos de media al año que los hombres, lo que hace, mira por dónde, que las empresas se ahorren cerca de 42.000 millones de euros anuales. La diferencia es superior en el sector privado (28.46%) que en el público donde «sólo» es del 10,93% pero existe también en las Administraciones, por muy equitativas que pretendan ser. Con todo, las mayores diferencias salariales las sufren las mujeres del sector de actividades administrativas y financieras que perciben de media unos 10.431 euros/año menos que los hombres. Especial castigo reciben las mujeres que siguen trabajando superados los 65 años que cobran casi un 50% menos de lo que cobran los hombres, y no será porque no les haga falta.

Lo que hay que entender en todo caso, es que la diferencia salarial no viene recogida en convenio de forma transparente y escandalosa sino que es resultado de un cómputo global, del promedio salarial de todas las mujeres cuya realidad salarial se analiza.

Porque no es el salario base sino en los complementos (festividad, turnicidad, nocturnidad?) donde las mujeres pierden por goleada. A veces porque sus extensas obligaciones familiares no les permiten „ni pensarlo„ trabajar en domingo o en turno de noche. También porque sus nóminas se reducen con frecuencia a cuenta de las reducciones de jornada, por ejemplo, que se toman ellas en el 75% de los casos para atender a menores y dependientes.

Además existe una tendencia generalizada y contrastada a otorgar un valor inferior a los trabajos desempeñados por mujeres. Véase por ejemplo ese hotel de Tenerife, condenado recientemente por el TSJ de Canarias, porque clamaba al cielo que las camareras de piso (mujeres) tuviesen un plus de productividad de 139 euros frente al de los camareros de sala (hombres) a los que se les asignaba una cuantía de 640. Y eso que pertenecen al mismo nivel profesional y tienen igual salario base.

Rajoy con su elocuente oratoria y sentido de la oportunidad manifestó hace pocos días su preocupación por el tema: ninguna. Va a tener algún dolor de cabeza porque con motivo del 8 de Marzo, le están preparando una huelga de las que hacen época para exigir una Ley de Igualdad salarial que no sea de cumplimiento opcional sino que venga reforzada por mecanismos fiscalizadores y sancionadores. Eso para empezar. Le conviene hacer provisión de analgésicos.

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