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La cofradía Dolorosa y el colegio Claret de Xàtiva

Las cofradías de Semana Santa en Xàtiva se fundaron, desde finales de la Edad Media, en el seno de comunidades conventuales con el apoyo de colectivos de la sociedad civil local en sucesivas épocas, como el estamento noble o los gremios. Los monjes, sin desatender las celebraciones del culto, impulsaron unas manifestaciones expresivas, a través de cofradías y hermandades con imágenes y procesiones, con la idea de evangelizar y enseñar a la gente que no sabía latín, sobre los sucesos de la Pasión representados artísticamente a través de imágenes o pasos, algo de acuerdo a su destacada función social de atender, desde los conventos setabenses, a los más desfavorecidos a través de obras de caridad o auxilio alimenticio. La exclaustración de los conventos, con las sucesivas desamortizaciones en el siglo XIX, dejaron en manos de aquellos colectivos, y de algunas personas vinculadas a título personal, estas manifestaciones de la Semana Santa Setabense que fueron decayendo, también por la desarticulación y desaparición de los propios colectivos que las sustentaban, alejándose para siempre de su esplendor barroco.

En el caso de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Xàtiva, tras la marcha de los monjes agustinos de su convento, gracias al patronazgo de los barones de Terrateig y Llaurí se pudo mantener una cierta actividad, venida a menos, hasta principios del siglo XX, cuando en el contexto del establecimiento en la ciudad de los padres Misioneros Hijos del Corazón de María (claretianos), éstos se encargaron del culto de la iglesia del exconvento cuyo edificio hacía ya tiempo tenía un uso institucional civil y militar, tras la desamortización.

Entre los años 1907 y 1935 hay información en prensa y revistas locales sobre actividades de la Cofradía, actos religiosos y penitenciales en la antigua iglesia de San Agustín, como el Solemne Septenario, en honor de la Virgen de los Dolores, el Ejercicio de las Siete Palabras a cargo de prestigiosos predicadores, la procesión de traslado de la venerada imagen, que se celebraba el Lunes Santo y comenzaba en la iglesia de San Agustín, o el acto de las Cuarenta Horas a la Virgen de los Dolores.

Tras la destrucción de la imagen titular y la desaparición de la cofradía en 1936, el apoyo del Padre José María Lletjós, perteneciente a la comunidad claretiana, que volvió a instalarse al finalizar la Guerra Civil en el edificio anexo al convento agustino construido por ellos para escuela en los años 30, dedicándose a la enseñanza en un colegio y regentando el culto en el templo, fue decisivo para refundar la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores en el año 1948. Ello propició una nueva época de esplendor de la Cofradía, sustentada en las sucesivas promociones de alumnos del colegio Claret muchos de ellos cofrades desde niños y portadores de su imagen al hacerse mayores, cuya tradición familiar aún se conserva en muchos de los cofrades y cofradesas actuales.

Hoy los claretianos ya no están en la ciudad y la cofradía se configura como una asociación de derecho canónico, con estatutos aprobados por el arzobispado, asamblea general, junta directiva por elección democrática periódica, y un consiliario que es el párroco de la iglesia de la Virgen del Carmen, su actual sede. Pero la importante crisis de valores, ahondada por la crisis económica, obliga a buscar referentes sociales como los que se demostraron válidos durante siglos, aprovechando los avances que el progreso facilita a las asociaciones, sin perder nunca su identidad y personalidad histórica, para perseverar en la solidaridad, la humildad, la enseñanza, la tolerancia, el perdón y la colaboración desinteresada que, al margen de las modas pasajeras, siguen siendo instrumentos útiles para construir y mejorar la convivencia.

La preocupante regresión de la participación e implicación de cofrades en las actividades de la cofradía urge a definir objetivos a corto y medio plazo con la idea fundamental de continuar una rica tradición más de dos veces centenaria. Y en este contexto, volver a recuperar la vinculación y colaboración mutua entre la Cofradía Dolorosa y el Colegio Claret de Xàtiva, que hoy precisamente celebra una jornada de puertas abiertas, sería una interesante y necesaria iniciativa, como en la Semana Santa de Alicante se promovió, hace años, entre el colegio del Sagrado Corazón de los Hermanos Maristas y la Hermandad Penitencial Stabat Mater.

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