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Participación y Postureo

Estamos inmersos en plena campaña electoral aunque esta vez no se eligen personas, que siempre son escudriñadas con más interés que las ideas que llevan dentro. Esta vez, se eligen proyectos. Se vota entre diferentes propuestas para mejorar la ciudad, presentadas por la ciudadanía, ya sea por particulares o por asociaciones o entidades. Se llama presupuestos participativos.

Para algunos es un juego, una anécdota. Una especie de ocurrencia de algunas fuerzas políticas que, lastradas por una concepción ingenua e infantil de la política, no acaban de darse cuenta de que la participación está muy bien como principio y eslogan, pero no como cesión de competencias. La voluntad popular es digna de respeto, lo dice el manual del buen político, pero como todo el mundo sabe, el mundo se divide entre gobernantes y gobernados y entre ambos existe un amplio foso que separa ambas categorías haciéndolas totalmente impermeables. Los gobernantes, según opinan estos rancios profesionales de la política, saben lo que hay que hacer y controlan los procedimientos y los recursos para llevar adelante las políticas que más convienen al pueblo llano. Por eso consideran las consultas una pérdida de tiempo francamente evitable. Aunque quizás sea conveniente ser educado y lanzar, de vez en cuando, preguntas retóricas que nunca obtendrán respuesta.

Para la izquierda sin embargo, la participación es algo más que postureo. Es legitimidad, es democracia y es futuro. Es legitimidad porque temen más que a nada y saben mejor que nadie lo que es ese «no nos representan» que atronó en las calles hace unos pocos años y cuyos ecos se mantienen vivos e hirientes. La única forma de contrarrestarlo es legitimarse todos y cada uno de los días ejerciendo el poder que temporalmente les fue dado, con delicadeza, con humildad, con respeto y nunca desde la suficiencia o la soberbia.

Participar es democracia, porque si al término le quitamos los apellidos que le solemos colocar: representativa, directa, etc? y recuperamos su concepto original, ese que dice que es el gobierno del pueblo, se hace imprescindible arbitrar mecanismos participativos para que se exprese sin ambigüedades ni intérpretes. Y es futuro, porque así se asegura una larga vida a un sistema de convivencia que no es perfecto, pero es el mejor que hemos descubierto hasta la fecha, vistas las demás opciones.

En cualquier caso, la participación es una conversación a dos voces. Una pregunta que requiere respuestas. Que son las que debe facilitar la ciudadanía en un ejercicio de responsabilidad y coherencia, sin refugiarse en la crítica estéril, la desconfianza o la desidia. No es tan fácil como parece. A la contra juegan años en los que no ha habido ningún interés en conocer las opiniones ajenas, no fuera que contradijeran al gobernante. O en los que se usurpaba la voluntad popular, mediante manipulaciones y engaños para fortalecer decisiones ya tomadas. Demasiados años acumulando desconfianzas y recelos.

Es seguro que esta campaña de presupuestos participativos impulsada por el Ayuntamiento de Xàtiva y su concejalía de Participación mejora la del año anterior. Y también que es infinitamente peor que la del año 2019. Se puede y debe ir aumentando la cantidad asignada y en esa medida la envergadura de las propuestas, es posible pulir los mecanismos de participación, habrá que incrementar los canales de información?

Pero participar en la proposición y en la elección de proyectos, ver como se acata la voluntad mayoritaria y se llevan adelante las inversiones elegidas significa aprovechar la oportunidad, soñada durante los oscuros y tristes años del autoritarismo, la injusticia y la corrupción, de ir construyendo una forma de convivencia diferente basada en el respeto mutuo.

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