La imagen de San Miguel clavando su lanza sobre el dragón (Satanás) a sus pies preside la iglesia del viejo monasterio de San Miguel de los Reyes, hoy gran salón de la Biblioteca Valenciana. Pocos lugares puede haber mejores para homenajear a Joanot Martorell, caballero medieval y escritor "moderno" gracias a su gran legado, el Tirant lo Blanc. El elegido para uno de los días principales del Any Martorell fue Mario Vargas Llosa, histórico defensor y divulgador de la novela valenciana por excelencia. ""Tirant lo Blanc" me descubrió la razón de ser profunda de la novela", confesó ayer el escritor peruano. No es la única deuda: "Me conmovió desde la primera lectura. Me ayudó a descubrir el escritor que quería ser."

El autor de La ciudad y los perros llegó al Tirant por rebeldía y azar. En la Lima de los años 50, mientras cursaba el bachillerato, su profesor de literatura del Siglo de Oro despachó la novela de caballerías de un plumazo por "caótica, vulgar y obscena", lo que despertó el interés del joven estudiante, que se fue a la biblioteca universitaria en busca de un título de este género y el primero con el que se tropezó fue el Tirant, en la mítica edición (en catalán) de 1947 de Martí de Riquer. El idioma le costó al principio, recordó, pero "la riqueza de anécdotas, la originalidad de la historia y la forma de contarla" le atrapó.

La consecuencia de aquel romance libresco fue Carta de batalla por Tirant lo Blanc, el ensayo con el que Vargas Llosa hacía su inmersión también en la crítica literaria en 1969. El escritor actualizó ayer los argumentos que ya apuntaba en aquella obra sobre la genialidad de Martorell y su ambición "deicida" de construir con palabras un mundo equivalente al real ("no hay novelista de la antigüedad que se haya acercado tanto a ese ideal", dijo).

Lo hizo ante un salón repleto de centenares de atentos admiradores -el acceso se pedía por internet y un día antes se colgó el cartel de completo- y un buen puñado de autoridades. La conferencia se celebró tras una reunión del patronato de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que ha dedicado un portal al Tirant. La consellera de Cultura, Trinidad Miró, encabezó la delegación local (Silvia Caballer, Paz Olmos, Carmen Pérez, Luis Ibáñez, Alejandro Bañares o Ascensió Figueres, entre otros). Por el Instituto Cervantes acudió su primera representante, Carmen Caffarel. Por el lado universitario se vio en primera fila el rector de la Politécnica, Juan Juliá. También estuvo el autor del cartel del Any Martorell, Manuel Boix, y el comisario de la efeméride, Eduard Mira.

Vargas Llosa defendió la teoría moderna que atribuye toda la responsabilidad del Tirant al cuñado de Ausiàs March y descarta la tesis clásica de que Martí Joan de Galba remató los capítulos finales.

El peruano dibujó al Martorell redactor de cartas de batalla (escritos de desafío) como un ser "más enamorado del ritual y la ceremonia" que de la sangre y las armas. A esa pasión por las formas achacó también la misteriosa fuga del novelista, cuya última noticia es un viaje a Inglaterra para que el rey de ese país fuera el juez de su duelo con Joan de Montpalau.

Una gran obra que se impone

Tras la conferencia, el escritor afirmó a Levante-EMV que "sin ninguna duda" el Tirant hubiera logrado una mayor difusión de haber sido escrito en una lengua de mayorías, como el español, inglés o francés. El valenciano "tiene un efecto limitador, pero una gran obra al final vence la limitación lingüística".

No obstante, cree que en España "ahora sí que hay respeto" y "una gran promoción de las lenguas minoritarias". Al contrario que cuando él descubrió el Tirant: "Casi no había ediciones ni en valenciano ni español y había que jugarse la ceguera."

El único valenciano en el homenaje a Joanot Martorell se oyó en boca del autor peruano

Nadie duda de que la gran novela en la lengua propia es el "Tirant lo Blanc", "un orgullo para Valencia, para España y para la literatura", en palabras de Vargas Llosa. Sin embargo, el idioma autóctono fue el gran ausente del acto de ayer, uno de los principales homenajes a Joanot Martorell en el supuesto sexto centenario de su nacimiento (no se sabe con certeza cuando nació, sólo entre 1410 y 1413). La consellera Miró empleó sólo el castellano en su alocución; también el conductor del acto, el poeta Carlos Marzal. Curiosamente, los únicos minutos en valenciano (del siglo XV) los protagonizó el peruano Vargas Llosa, al leer varias páginas de la escena en la que Tirant y Carmesina consuman su amor, pero sin dejar de hablar, un rasgo "extraordinariamente moderno" esa necesidad de expresarseÉ Pero en castellano, diría uno, según lo visto ayer.