¡Menuda sorpresa se va a llevar alguno!

No lo dudo. Aunque mi estatus personal y profesional no sea actualmente demasiado conocido en mi país, soy una persona que sigue trabajando por el mundo con la misma ilusión de siempre.

Empieza bien para «reaparecer» en su ciudad.

La industria discográfica es la que hace que un artista esté o no presente y en este momento maneja a muy pocos artistas. Hace años que los baladistas pasamos a ser estándares de una música que ya no se produce. Tengo unas 400 canciones grabadas y he conseguido más de veinte números uno, pero pertenezco a una generación que prácticamente ha dejado de estar ahí. Por suerte, aún soy un artista que está en el escenario.

Ya que lo menciona, debe de ser muy duro para un artista tener que dejar su mundo por culpa del sistema, una industria caprichosa o un cambio generacional.

Muchos de los que lo hicieron sabían que habían llegado a su límite, pero no se fueron frustrados. El artista que alcanzaba antes cierto nivel siempre tenía la opción de entrar en el mundo de las discográficas y trabajar para otros cantantes. Hoy los artistas proceden del marketing, tienen orejas pero muy poco oído.

¿Mantiene contacto con su generación?

Con alguno sí. Aún hablo con Camilo Sesto, Dyando, Emilio José...

¿Y qué batallas se cuentan?

Que hemos tenido la suerte de vivir una etapa musical muy importante.

¡Y tan distinta!

Sí. Hoy en día ya no se busca el artista o al cantautor capaz de escribir sus propias canciones. Hoy se crean artistas, que yo llamo kleenex, de usar y tirar. Vamos, que si no funcionan en un determinado tiempo desaparecen.

Acaba de terminar una gira por América donde regresa en unos meses y de la que hemos tenido constancia, además, por un robo. Ellos no olvidan a sus ídolos.

Resulta curioso que un simple tirón en la calle se convierta en objetivo mediático cuando gracias a la red todos podemos saber qué está haciendo cada uno. El americano forma parte de una sociedad a la que le gusta mantener lo que conoce y admira. Al artista internacional, además, se le tiene un cariño especial. Aquí pasas de cierta edad y ya eres un carroza.

¿Qué cree que aportó su generación?

Musicalmente muchísimo. Desde los cincuenta a los ochenta es la generación que más ha aportado en creatividad o canciones. Muchas permanecen en la memoria y se revisan constantemente. Hay nombres y voces que nunca se olvidan. Formamos parte de muchas bandas sonoras personales.

Valencia, grandes voces. ¿Existe una pócima?

Cuando éramos jóvenes escuchábamos a Tom Jones, Elvis Presley, John Rowles, Engelbert Humperdinck... Eran voces potentes, la moda en aquella época. Nosotros adaptamos aquella forma de cantar. Desde Juan Camacho a Bruno Lomas, en Valencia todos cantábamos aquellas canciones a nuestra manera. Ahí comenzó una forma de cantar. Y pese a que no hablábamos inglés, las adaptábamos fonéticamente. Esa es la razón.

¿En época de gloria y locura cuánto marea la montaña rusa del éxito?

El éxito se vive de manera inconsciente. No eres consciente de tu estatus hasta que pasan los años, tienes experiencia y dejas de estar dominado por las compañías, los productores, los compositores... Arriba estás manipulado y llega un momento en el que todo artista necesita encontrarse a sí mismo y empezar de nuevo a su manera.

Es difícil de entender lo que dice cuando los terráqueos creen que su mundo es de ilusión y fantasía; lujos y excesos.

No es así. Tampoco me gusta mucho mirar atrás, aunque no borraría nada. Estoy contento. Prefiero olvidar lo negativo. Pero sí aprendí que todo el que llega a un nivel muy alto lo hace de forma inconsciente hasta que se da cuenta de lo que está aportando o la propia influencia que puedes llegar a ejercer en las personas que escuchan su música.

¿Y usted cómo afrontó ese cambio de la inconsciencia a la realidad en una profesión en la que si no estás desapareces?

Yo nunca he dejado de estar. Lo que hice fue dejar de vivir en Madrid, volver a mi casa, cambiar mi forma de vida y controlar mi carrera.

Pero todo eso no dejó de ser una ruptura drástica y un arriesgado atrevimiento.

Pero también había una necesidad de encontrar a Juan Bautista Conca Moya, el chico de Aldaia, poner fin a la manipulación en todos lo sentidos y retomar el control. He vivido grandes momentos y me quedan muchos por vivir. Soy un artista que no sale en el Telediario cuando actua en Broadway, pero para mí cantar allí es suficiente. Forma parte de mi orgullo como artista porque ya lo he logrado y cada vez que subo a un escenario lo hago para divertirme. Cuando a un artista le mueve el dinero, se acaba. Un artista triunfa y se mantiene cuando demuestra al público que se siente feliz sobre el escenario y lo transmite.

¿De qué forma su vida sería hoy muy diferente de haberse dejado llevar?

No creo que hubiera podido ser.

¿Tan cruel es la vida del artista?

Es un contrato que firmas o no.

Luego el éxito tiene un alto precio.

Sí. No hay que olvidar que los demás han de ganar dinero para que tú lo ganes e incluso más que tú. Cuando el país cambió políticamente la industria del disco apartó a los baladistas para que entrara el pop y el tecno. Aunque hubiéramos insistido era imposible. Hay compañeros como Yako Lara o Tony Artis que nunca se dejaron manejar y no pudieron demostrar lo buenos que eran.

¿El público también es infiel según las modas o el momento?

No. Rotundamente no. Lo que puede suceder es que el público que uno tiene a los veinte años no siempre tenga tiempo para ti, pero sigue siendo fiel. Y eso se nota cuando haces bolos.

Pero somos un país cainita con sus mitos. Nos gusta auparlos pero para escuchar después el ruido de su caída.

El verdadero problema de España es que no digiere la cantidad de producto que produce. En América los hijos heredan la música de sus padres, por eso el porcentaje de jóvenes entre las audiencias es tan alto y a veces incluso te sorprenda. Nosotros hemos perdido hasta el tiempo que teníamos para poder escuchar música en casa. Aquí los jóvenes quieren lo excitante y diferente aunque llega un momento en sus vidas que la música de los baladistas tiene cabida porque todos tenemos una etapa sentimental.

Entonces, no todo está perdido.

No, aunque ahora en lugar de exportar baladistas los importemos. América está lleno de baladistas: Ricky Martin, Chayanne.... Puede que sea otro perfil de cantante, pero no dejan de ser baladistas. A los latinos la balada les trastorna. Están viviendo ahora nuestra época de los setenta y los ochenta.

¿Por qué ya no salen más aquí ?

Porque lo más importante y necesario para un baladista son los compositores y apenas existen.

Al menos, alguna voz le habrá sorprendido en los últimos años.

Bisbal, Bustamante y poco más. Es difícil encontrar buenas canciones.

Veinte números uno y un público que sólo desea escuchar éxitos. ¿No acaba un artista cansado de sus propias canciones?

Siempre queda el truco de versionar tus propias canciones y hacerlas diferentes. Lo importante es no dejar de ser creativo.

¿Le deben algo?

Ya que lo pregunta, estoy un poco quemado con Valencia, pero no con mi público. Jamás he recibido nada de un ente público, ni de mi alcaldesa, ni de mi gobierno; ni positivo ni negativo, y eso me tiene algo quemado. Tampoco he pedido nada, pero a veces... Es lo mismo que mi Canal 9 que no sólo a mí, sino a muchos artistas valencianos, no los tiene ni ha tenido en cuenta. Entonces, para qué pagar una televisión pública. Pero bueno, soy más importante allá que aquí. Así que no me puedo quejar.

*jrsegui@epi.es