El primer discurso „telefónico, sin margen al argumentario„ del nuevo director del San Pío V, queda trufado de verbos impelidos por el prefijo «re». Remodelar, reimpulsar, repensar. Todos en torno a las necesidades de la pinacoteca. Todos, seguramente, parten de la condición actual de un museo que tirita entre polémicas por su nuevo aspecto, los fallos en el aire acondicionado y las lagunas en la seguridad.

«No voy a criticar la anterior gestión, se trata de mirar hacia delante», advierte, sin embargo, José Ignacio Casar Pinazo. El arquitecto, bisnieto del pintor valenciano „«hasta ayer se perdía mi segundo apellido, ayer se perdió el primero»„ fue confirmado ayer como nuevo responsable del Museo de Bellas Artes de Valencia. Es consciente que su tarea estará marcada por la provisionalidad que han manifestado sus superiores, pero aún así se sabe responsable de la tarea de activación del centro. «El San Pío V ha crecido al margen de la ciudadanía, o quizás al contrario. En cualquier caso, hay que reconciliarlos», reconoce a Levante-EMV. Se refiere el arquitecto a que en algún punto de la cadena de conocimiento entre el San Pío y los valenciano hay varios eslabones partidos. Hay un desconocimiento íntimo, como entre un adolescente y su padre. «Se trata de impulsar el museo desde el punto de vista arquitectónico, de conservación de las obras y de transmisión del conocimiento», apunta.

Entre las tareas que cita el propio Casar Pinazo incluye, claro, la de velar y evaluar el modelo arquitectónico. Admite que el hecho de que hayan escogido a un arquitecto no es casual, justo en el momento en que la pinacoteca afronta la fase final de las obras, que afectan a su ala este. Sin embargo, dice que su labor no será la de «contrarrestar» los planes del ministerio, titular del museo y responsable de los trabajos de restauración. «Hay que evaluar si el modelo planteado del museo es el que pretende conselleria», se limita a decir, y aplaza mayor profundidad hasta que haya tomado contacto con la realidad del recinto. «Me reuniré con todo el personal del museo; los necesitamos a todos», asegura, y añade que también se sentará a escuchar a los colectivos que «se han preocupado por la situación de la pinacoteca», en su gran mayoría críticos con cómo se ha llevado a cabo los trabajos de intervención.

Más allá de una revisión que se limite a la anterior gestión, la de Paz Olmos, lo que necesita el San Pío V según su nuevo responsable es un análisis global del presente y futuro del museo: «El modelo del museo se establece en 1985 y desde entonces no se ha repensado. ¿Funciona o no? Habrá que ver si es necesario actualizarlo».

Su currículum señala que, además de ser un arquitecto ligado a la administración pública desde 1994, donde ha sido inspector de Patrimonio y con actuaciones en la iglesia de Santa Catalina, la propia Catedral de Valencia o el Museo Histórico de Sagunto, también aporta su condición de gestor de la Casa Museo Pinazo, algo que le llega por imperativo familiar. Cuando se le pregunta al apéndice que acompaña a su nombramiento, «un arquitecto dirigiendo un museo», esboza la siguiente reflexión: «La de arquitecto es una profesión denostada. Se impone la visión del arquitecto de nueva planta, vinculado a la espectacularidad, a la burbuja inmobiliaria y a los sobrecostes. Pero hay otra visión: la del papel histórico del arquitecto en la conservación y la transmisión de la cultura. Yo quiero inscribirme en este segundo grupo». Tiene un puñado de meses para encajar las palabras en el cargo.