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Y no era play-back

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Sociedad Filarmónica de València Palau de la Música

Obras de Igor Kuljeric, Mozart y Brahms Roberto Gracía. Int. Cuarteto de Zagreb (Martin Krpan y Davor Philips, violines; Hrvoje Philips, viola y Martin Jordan, cello)

Último cuarteto de la temporada en la SFV, con la visita del casi centenario Cuarteto de Zagreb, que ni las dos guerras mundiales europeas ni la dictadura de Tito, ni la Yugoeslavia no alienada, apagaron su actividad desde que se fundara en 1919. Especial interés suscitó el concierto por la inclusión de una muy atractiva obra de Igor Kuljeric, (alumno de Luigo Nono e Igor Markevitch), quien desarrolló diferentes actividades como componente de los Solistas de Zagreb, tan prodigado entre nosotros.

Kuljeric tituló su minimalista obra, Song for String Quartet (Canción), y sus 10´ de duración fueron una pura delicia para el oído ya que el autor construye una trama ajustada en la forma, con sonoridades de puro cristal que los músicos croatas expusieron pulcramente. Con impecables efectos sonoros pero sin artificio alguno, fue una interpretación modélica generada con auténtico afecto.

Mozart escribió 6 cuartetos dedicados a Haydn, «padre» de esa forma musical, con quien llegó a tocar en varias ocasiones. Los músicos croatas eligieron el Cuarteto nº 16, KV 428, compuesto en Viena en 1873, todo un ejemplo de escritura refinada y equilibrio instrumental, rebosante de armonía de principio a fin. Ellos destacaron con maestría cada modulación lo cual es la manera de colorear cualquier texto musical volcándose sin reservas en el Andante con moto y controlando el ritmo en el Allegro vivace.

La música de cámara de cuerda se cultivó en la mayoría de los países europeos con la misma pasión y vehemencia con la que aquí se multiplicaron las bandas a mediados del XIX. Y por eso, los conjuntos de ese tipo son, por regla general, de una excelencia envidiable. El nivel conseguido por los croatas con su entrega del Cuarteto nº 3 op, 67, de Brahms, escrito en 1875, fue el resultado de una calidad superlativa y cada uno de los 4 movimientos fue bordado con hilos del mejor quilate, con la precisión de Krpan y Philips en los violines; la calidad de la viola de su hermano Hrvoje y la rotundidad del cello de Jordan, quienes firmaron el gran momento de la noche con el Andante de Brahms.

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