Yo maté a Gorbachov

Limbo Cabaret

Limbo Cabaret / Levante-EMV

Fernando Soriano

Fernando Soriano

Se llama Ninoska. Es una espía rusa retirada que confiesa haber asesinado a Mijail Gorbachov cuando trabajaba para el KGB, que lo sustituyó por un doble a mediados de los años 80. Y lo dice con todo el morro, con un gorro de astracán encasquetado en su melena, sobre un escenario en penumbra. Y luego, va y lo canta. En realidad es Belén Riquelme, actriz, cantante, compositora y directora. Una cabaretera sin descaro es más sosa que un huevo sin sal y a ella, morro le sobra. Y talento, también. La estuve viendo la otra noche en su espectáculo Limbo Cabaret con la boca abierta hasta el final. El mejor rato que he pasado con la ropa puesta desde hace mucho tiempo.

Ninoska es uno de los personajes que pueblan ese purgatorio emocional que recorre Belén durante una hora y cuarto totalmente a pelo, escoltada únicamente por el excelente y polifacético pianista Gilberto Aubán. Es su alter ego más exótico. Hay otros más cotidianos, tan reales que pueden llegar a doler: la mujer premenopáusica relatando una semana desastrosa, la amante despechada buceando entre sus frustraciones y desengaños, el ama de casa desilusionada con su mediocre y rutinaria vida sexual, la artista decadente de vuelta de todo. Belén, que las conoce como si las hubiera parido, las enfrenta a todas con un aplomo espectacular, con una deliciosa y divertida mezcla de ironía, poesía, autoparodia, inteligencia, humor negro, ternura y emociones y situaciones reconocibles, cuando no compartidas, que te deja gozosamente agotado. Ríes, cantas, lloras, te revuelves incómodo en la silla, se te sienta ella encima, te canta al oído, se cuela entre la gente o te pide que le ilumines la figura con la antorcha del móvil para regresar al escenario de manera triunfal.

“El cabaret es riesgo, sales al escenario con la cuarta pared rota de antemano y todo tiene que estar trabajado al milímetro para afrontar una actuación con garantía de éxito. El guion de la historia es muy dramático, al principio me imponía bastante, me daba miedo salir a contar todo eso, pero he aprendido a reírme de mi misma. Ese lado vulnerable genera momentos en los que el intercambio de energías con el público es muy satisfactorio”, explica Riquelme.

Las canciones de Limbo Cabaret están recogidas en un disco titulado “Vermut Barato” y navegan por corrientes como el swing, el ragtime, el cuplé, el pop y la chanson. “Belén tenía todas las canciones sonando en su cabeza, con las melodías, las armonías, los estilos. Las letras estaban escritas, pero el resto hubo que sacárselo a través de un proceso bastante surrealista”, revela riendo Aubán. Escúchenlo en plataformas digitales y querrán salir corriendo a ver cómo la pareja lo pone en pie de manera cruda, dinámica y visceral. Sencilla, pero potente.

Processed with Rookie Cam

Processed with Rookie Cam / Levante-emv

“Sexo comercial”, “Cuerpesito de viernes”, “Sobre mí no pasa el tiempo”, “Nunca pensé” y “Bienvenidos al limbo” son hermosas, pegadizas, divertidas, arregladas, pero es que hay que verlas cantadas, pero sobre todo interpretadas, por ese torbellino de pasión que es la Riquelme. Unos zapatos de baile, un tocado de plumas, un minivestido de flecos, una boa, una bata, un lingotazo, un contoneo sensual y unos escuetos pero enérgicos pasos de baile. Y cuando termina con esa joya que es “San Bernardo”, que debería ser la canción de los créditos de la próxima peli de James Bond, te maldices por no llevar un ramo de flores y dárselo de rodillas entre explosiones de confeti.

Durante dos años paseando el show por Valencia, Madrid o Bilbao esas emociones explosivas y catárticas han provocado alguna anécdota. “En Basauri, cuando canté que me habían roto el corazón, un señor se levantó gritando que cómo podía ser, qué a mí no me podían hacer eso, mientras su esposa lo intentaba volver a sentar y le pedía calma. Otra vez, a la mañana siguiente de una actuación en Tabarca, coincidí en el ferry de vuelta con un grupo de espectadoras que se puso a cantar a coro el estribillo de “Sexo comercial” sin saber que yo estaba embarcada. Lo tengo grabado en el móvil, fue alucinante”, recuerda Belén, que ya prepara canciones para otro disco y otro espectáculo. Adelanta que serán duras, como la vida misma. Normal, porque qué es la vida sino un cabaret.