A cada día que pasa queda más patente que el Levante no tiene techo. Aquel equipo que muchos marcaban como carne de descenso, o al menos de sufrimiento, antes del inicio de la liga, está acabando la misma en zona de Liga de Campeones y con opciones ya manifiestas de jugar en Europa la próxima temporada. Ayer, el Granada parecía que había encontrado la forma de jugarle, esperando atrás y cerrando espacios, pero primero Koné y después Xavi Torres y Valdo se encargaron de tumbar las esperanzas andaluzas y de llevar al éxtasis a esta afición levantinista que todavía no se acaba de creer lo que está logrando su equipo.

La primera de las cuatro finales que tenía por delante el Levante UD para certificar por primera vez en su historia la clasificación para jugar una competición europea empezaba con calma. Los de Juan Ignacio Jiménez, bien situados sobre el terreno de juego, intentaban subir el balón con pases rasos y apoyándose en todas las líneas. La victoria era muy importante, pero el equipo sabía que esta no pasaba por la precipitación, sino por la concentración y el esfuerzo de todos. Así, Koné era el primero en presionar y hasta dio un pequeño susto al tocar un balón sacado por el portero visitante, Julio César.

Por bandas, Botelho intentaba entrar por velocidad y centrar mientras que Valdo buscaba más driblar aunque echaba en falta el apoyo de sus compañeros.

Pese al modesto intento de cambio de estilo, la verdad es que lo que mejor se le da al Levante es robar y subir con velocidad. Así fue como llegó una de las ocasiones más claras cuando le cayó un balón a Barkero en el centro del campo y este de primeras abrió a Botelho para que este inmediatamente buscara la cabeza de un Koné en el área que no remató por muy poco.

El Granada, por su parte, prácticamente renunciaba a la pelota lo que hacía que los azulgranas casi siempre tuvieran que atacar ante un equipo resguardado atrás y con las líneas muy juntas. Algo a lo que no están acostumbrados y que les cuesta más de lo debido.

Ante este cerrazón, la clave podía estar en el apoyo desde la grada y la misma se dejaba escuchar con cánticos cada vez más constantes a medida que avanzaba el encuentro y el equipo iba generando ocasiones.

De este modo, la grada rugía cuando a falta de diez minutos para el final de la primera parte Barkero combinaba con Koné en el área quien remató en muy buena posición aunque su disparo fue desviado a córner por Júlio César.

Hacía ya minutos que había parado de llover, pero el partido estaba muy frío debido a la escasez de juego ofensivo de peligro y por eso fallar ocasiones como esta era visto como un desperdicio que el Levante UD no se podía permitir.

Un indicador del desarrollo del partido era que en un día donde la defensa casi no estaba interviniendo el que más aplausos estaba recibiendo era un Juanfran que cortaba con solvencia y elegancia todo intento del Granada de entrar por su banda y que, además, no se cortaba a la hora de subir y apoyar eficazmente a Botelho. El Rafelbunyol, que cumplirá el 15 de julio 36 años, está en un estado de forma tal que parece que en vez de haber firmado su última renovación de su carrera deportiva, haya pasado a subir de la cantera al primera equipo.

Tal y como estaba el encuentro, lo más probable era que se rompiera con un fallo y eso fue exactamente lo que pasó. Valdo, muy atento, robó un balón en el campo del rival y tras regatear a un jugador del Granada, centró al área donde estaba Koné para marcar un gran gol de cabeza.

Un partido diferente

Empezaba otro encuentro y, ahora sí, aparecían las prisas, aunque del lado andaluz. El Granada, pese a estar relativamente bien clasificado, no puede relajarse en este tramo final y cualquier derrota es un traspiés de cara a su permanencia. Por eso, Resino movía rápidamente el banquillo buscando más mordiente para un equipo que todavía no había rematado a puerta.

Este cambio de circunstancias traía consigo que el Levante pudiera jugar, por fin, a lo que más sabe. Koné corría por la banda izquierda para driblar a Gómez y centrar raso para Botelho que no llegó ya que Julio César metió la mano en el último momento. Los azulgrana, alentados por la afición, eran una avalancha y el segundo gol se vislumbraba cada vez con más fuerza.

Atrás, Ballesteros y Cabral, con las ayudas siempre importantes de Juanfran y un Pedro López cada vez más asentado en este equipo, impedían que Geijo marcara en las porterías donde tantos goles celebró en su momento. El georgiano se fue sin pena ni gloria e incluso fue ligeramente pitado cuando Resino lo sustituyó. El Levante estaba ahora más atrás y esperaba la rapidez de sus hombres de ataque para sentenciar. Uno de ellos, Barkero, tuvo la opción de hacerlo tras un pase largo con el que logró entrar en el área y donde se cayó en lo que pudo haber sido penalti. Es más, fue su última jugada ya que a continuación pidió el cambió por molestias en la pierna.

Eran los momentos más delicados para el Levante y lo fueron todavía más cuando Ighalo aprovechó cierto desconcierto en la zaga para rematar un centro al segundo palo y empatar el partido.

Llega la sentencia

Por unos momentos, el empate que nadie deseaba, amenazaba con hacerse realidad, pero este Levante nunca se rinde y así otra vez Valdo se convertía en asistente de gol al dejar un balón en la frontal a Xavi Torres quien no se lo pensó y se sacó un disparo fuerte y cruzado ante el que no pudo hacer nada Julio César.

El partido estaba encarrilado, pero el equipo no quería sorpresas. Era un día donde había que ganar sí o sí. Así que cuando tras una contra que parecía fallida, Botelho centró como un guante a Valdo para que este marcara el tercero de cabeza y el Ciutat de València enloqueció. Ya no llovía, ya no hacía frío ni nadie se aburría. El Levante, sin prisas, jugando a tocar primero y a esperar la contra después había ganado este trascendental partido y la gente lo celebraba haciendo la ola y gritando «Levante, Levante».