Gerard S. Ferrando, Canals

Puede sonar a ciencia ficción, pero Álvaro Sanchis asegura que en 1999 uno de sus árboles empezó una mutación que ha derivado en la creación de un híbrido entre naranja y mandarina que, según sus propias palabras, "puede recolectarse desde marzo hasta septiembre e incluso octubre". Sanchis añade que "así tendremos naranjas todo el año, sin necesidad de cámaras. Esta variedad es única y será una revolución en el mundo de la agricultura porque, además, tiene mucho líquido y coge muy pronto dulzura. Ahora, por ejemplo, ya tiene todo el azúcar y tiene un buen tamaño".

Sanchis tiene concedida la patente de dicha variedad, bautizada como "alvariña", en Estados Unidos desde el 16 de agosto de 2007, aunque asegura que "aquí no me han hecho caso y pretenden dejarme al margen".

En caso de confirmarse, puede revolucionar el mundo de la mandarina, pues ahora la recolección acaba hacia el mes de marzo o abril, pero con muy pocas variedades. De hecho, los nuevos estudios del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), dependiente de la Generalitat, se encaminan hacia la llamada reconversión citrícola, que consiste precisamente en desarrollar y distribuir dos modalidades (Tri1 y Tri2) que prolongan la temporada de mandarinas, aunque sólo hasta abril. Sanchis acusa al IVIA de "mala fe" y da un toque de atención a la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino: "Quiero que Elena Espinosa se haga cargo de esta petición y que vea qué está pasando en la Generalitat y el IVIA".

Álvaro Sanchis sospecha que la Tri1 y la Tri2 proceden de la mutación de sus árboles. "Tengo discrepancias con las dos variedades que han conseguido ahora porque no hay ningún científico que pueda adelantar ni retrasar en el tiempo ninguna variedad sin tener el fruto original", afirma.

Este agricultor de Canals acusa al IVIA de "paralizar mi patente, así como mi intención de que cada agricultor pueda poseer una máximo de 2.000 árboles de esta variedad". Este agricultor asegura que su objetivo es "repartir este descubrimiento entre mucha gente y evitar que las grandes plantaciones saquen mucho más beneficio que los pequeños y medianos agricultores".

Amenazas y sabotajes

Por otra parte, Álvaro Sanchis asegura que desde que se descubrió la nueva variedad y llamó a los técnicos del IVIA para su comprobación e investigación (7 de julio de 2008) ha sufrido toda clase de percances y sabotajes cuyo origen desconoce aunque dice imaginar. "He puesto ya más de 90 denuncias por varias causas, como el envenenamiento de un perro, el tratamiento de mis árboles con un producto químico (Oxamilo) que los quema porque sólo se ha de usar en la tierra, la rotura de ramas en los árboles...", enumera.

Sanchis no culpa a nadie en concreto porque "no tengo pruebas certeras", pero sí denuncia que su sensación es que "quieren que me quite de en medio de este proyecto, porque aquí hay muchos intereses y mucho dinero en juego".

El último problema para Sanchis fue cuando el 19 de enero se le comunicó que su contrato con el IVIA para tener y tratar las plantas había caducado el 31 de diciembre y que si no lo renovaba pronto "las plantas serán destruidas". Álvaro respondió con su abogado pero todavía espera una respuesta.