Al final, en otro de esos días 21 que están marcando el ocaso del sistema financiero valenciano, José Luis Olivas tiró la toalla. En un combate de boxeo y auxiliado por un buen entrenador, habría renunciado hace tiempo. Seguro que se habría ahorrado acabar noqueado sobre la lona. No otra cosa le ha sucedido al ya expresidente de Bancaja y de su Fundación, que se empeñó en hacerse cargo en 2004 de la entonces tercera entidad de ahorros española como cobro del favor de ser jefe interino del Consell entre Eduardo Zaplana y Francisco Camps y se marcha dejando un erial. Así se lo reprocharon los miembros del consejo de administración reunidos ayer tarde de urgencia para consumar su marcha. El encuentro fue uno de los más tensos que ha vivido la entidad de ahorros, nada que ver, desde luego, con aquellos a los que estaba acostumbrado Olivas cuando «de forma unánime en la mayoría de ocasiones, [los consejeros] han aprobado las propuestas que se les han presentado», como afirmó el propio expresidente en su intervención de despedida.

Afirmaciones como que nunca había ejercido como presidente ejecutivo desataron la ira de algún consejero, específicamente de uno de los vicepresidentes, el abogado José María Mas Millet, quien inició su intervención anunciando que tenía preparada su dimisión pero que, en vista de lo que había sucedido, se echaba atrás. Acto seguido acusó a Olivas de «absolutista» y poco «transparente» y le reprochó que había dejado cargos en empresas, como el Banco Popular, para cooperar con la caja, pero que no le dejaron. Asimismo, le echó en cara que nombrara a quien quiso como representantes en el consejo del BFA. El presidente de la UCE, Pedro Hernández, recordó que, en su etapa como consejero en la CAM, en la entidad alicantina quien mandaba era el director general, justo lo contrario que en Bancaja. Hubo intervenciones de otros consejeros, si bien más moderadas y alguna incluso en su favor. Olivas, según las fuentes consultadas, apenas se inmutó, negó las críticas de Mas, llegó a afirmar que él se enteraba de algunas cuestiones en los propios consejos y justificó su marcha en que se encontraba cansado y que había tomado la decisión el viernes pasado.

Desde la primera de las dimisiones que ha protagonizado en los últimos meses €la del 28 de octubre de 2011, cuando dejó la presidencia del Banco de Valencia€, la trayectoria pública de Olivas tenía fecha de caducidad. El 21 de noviembre €cuatro meses después del 21 de julio en que cayó la CAM€, tras la intervención del Banco de Valencia, se vio forzado a dimitir como vicepresidente de Bankia y su matriz BFA, pero Olivas se atrincheró en la caja y ahí ha seguido incluso dos semanas después de que se marchara su archienemigo Rodrigo Rato, dos días antes de que la obra de ambos, el BFA, fuera nacionalizada.

Decisión

Hace varios días que Olivas había trasladado a personas de su entorno que se planteaba dejar el cargo, una decisión en la que también ha influido la presión de su familia, que le instaba a marcharse desde que salió de Bankia. Desprestigiado por su gestión, acosado en los tribunales como presidente del Banco de Valencia €está imputado por una querella y amenazado con una demanda de responsabilidad social€, sin apoyos políticos una vez que Rato dejó el cargo y la caja ha perdido su participación en BFA €el Consell lo consideró un baluarte contra el expresidente de Bankia cuando este intentó reducir el peso de la caja en el grupo€ y sin más perspectivas de cobro que las dietas ya ocasionales, después de que le apearan incluso del rincón para su jubilación que se había buscado, el consejo de Iberdrola, donde será sustituido en junio por Francisco Pons, su dimisión era cosa de tiempo. Por si todo esto fuera poco se enfrentaba a una asamblea ordinaria que debía convocarse para junio y en la que lo más probable es que fuera muy criticado por su gestión.

El nuevo PP de Alberto Fabra no tenía deudas con él. Y Olivas había perdido los últimos apoyos internos en el congreso del fin de semana, que ha reducido la influencia en el partido de Rita Barberá y Alfonso Rus. Ayer por la mañana, Olivas y Fabra hablaron y quedó consumada la operación de relevo con la convocatoria de una reunión urgente y conjunta del consejo y la comisión de control.

Las fuentes consultadas afirman que en su ánimo también pesó la entrevista publicada el pasado viernes en Levante-EMV en la que su sucesor en funciones, Antonio Tirado, le acusaba de haberle pedido la dimisión en 2008 después de que el entonces vicepresidente primero exigiera a la entidad vender sus participadas y negociar fusiones para hacer frente a la crisis que ya había estallado. No obstante, Tirado fue informado el sábado por el expresidente de sus intenciones.

La dimisión de Olivas€que, según la entidad, se va sin costes para la misma porque no tiene derecho a indemnización ni tenía plan de pensiones€ no fue una sorpresa para nadie. La polémica se produjo con su relevo: Tirado. Pese a su evidente responsabilidad en la gestión del grupo financiero y a que la conversión de la caja en fundación tras la nacionalización del BFA le auguraba un mandato corto y ausente de competencias, más allá de liquidar la caja y reconvertirla en fundación, Tirado se puso en campaña tras conocer las intenciones de Olivas. Dedicó la mañana a tratar de convencer a los consejeros e incluso llamó al líder del PSPV, Ximo Puig. Todo con el propósito de obtener la unanimidad. Tirado transmitió a los vocales que había sido directamente su «amigo» el presidente de la Generalitat quien le pidió que asumiera el cargo de forma transitoria.

«Se "invitó" a Bancaja a ir con Caja Madrid»

El ya expresidente «no ejecutivo» de Bancaja José Luis Olivas aseguró ayer en su despedida que en 2010 a la entidad «se [le] "invitó" a participar» en la fusión con Caja Madrid que dio lugar a Bankia. La afirmación va en la línea de todo el PP, incluido el madrileño, que acusa al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, de haber impuesto la operación. Durante su intervención no explicó los motivos de su dimisión, pero sí hizo una defensa de la valoración contable del grupo Bancaja en el momento de la fusión, una valoración que el expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, consideró irreal, motivo por el que instigó la realización de una auditoría externa que al final ha quedado en nada. Olivas recordó que se contrató a Deloitte, se utilizó la información contenida en las inspecciones del Banco de España y se llevó a cabo un proceso de revisión «due dilligence» antes de que AFI determinara las cuotas.

El ya expresidente enmarca la deriva de la entidad en una dinámica de crisis que se ha llevado por de lante a la casi totalidad de las cajas, recuerda la recaída en la recesión a partir de 2010, cuando nació la matriz de Bankia, y los severos problemas que han provocado al sector los «frecuentes cambios regulatorios». Dijo que defendió la «autonomía e independencia» del Banco de Valencia en el grupo, pero no ofreció explicación alguna de los motivos que llevaron a su intervención más allá de afirmar que «lamento profundamente lo ocurrido» con la entidad. Por último, pidió «disculpas por todos los errores que haya podido cometer y se quejó de «la incomprensión que han generado algunas decisiones que hemos tenido que tomar» en estos últimos dos años.

El nuevo presidente

Pero los propósitos de ambos pincharon en hueso. El bloque socialista estaba dispuesto a impedir su elección y al final lo consiguió. El dirigente de los impositores del PP, Ángel Villanueva, propuso a Antonio Tirado y el representante de CC OO, Ernesto Pascual, a Mas Millet (también del PP), apoyado por el PSPV, la entidad fundadora RSEAP y la UCE. Las fuerzas estaban nueve a ocho, según algunas fuentes. Así que ambos acabaron por retirar su candidatura, motivo por el cual se aplicaron los estatutos de Bancaja, que establecen que el presidente en funciones €también de la Fundación€ será el vicepresidente primero, es decir, Tirado, en ausencia del máximo dirigente. Tirado, por tanto, permanecerá en el cargo un máximo de dos meses. Para entonces, deberá encontrarse una persona de consenso que pueda ser nombrada por el consejo. La maratoniana y tensa reunión terminó pasadas las diez de la noche. A la puerta, un grupo integrado por una docena de miembros del 15M increparon a los consejeros, informa Ángel García.