Las expectativas económicas no mejoran para las empresas españolas. Ante esta situación, la mayoría ha optado por reducir al máximo sus gastos para asegurar su viabilidad, lo que implica ajustar el presupuesto no sólo en plantilla o infraestructuras, sino también en otros aspectos antes desatendidos como los relativos a la factura eléctrica.

La consecuencia ha sido una inusitada atención por el ahorro y la optimización energética que ha abierto la puerta a nuevas soluciones como las que aportan las empresas de gestión energética (también conocidas como «ESEs»). Se trata de especialistas en optimizar y reducir el gasto eléctrico del negocio contratante mediante la elaboración de presupuestos cerrados de actuación que duran varios años, y en los que «toman el control» de los recursos de dicha empresa para reducir sus facturas. El porcentaje de ahorro final oscila entre el 20% y hasta el 50% en algunos casos.

Si bien potencias como Francia, Alemania o los Estados Unidos cuentan con la actividad de estas gestoras desde hace casi 30 años, el sector en España nació como tal en el año 2009. No ha sido hasta ahora, cuando la necesidad de reducir costes en todos los apartados ha entrado en la lista de prioridades tanto de los pequeños y medianos empresarios, cuando estas gestoras han cobrado la visibilidad suficiente como para promocionar sus ventajas frente a la alternativa de las energías renovables, que no han seguido la evolución esperada.

La base que da sentido a estas organizaciones es bien sencilla. Se centran, principalmente, en optimizar el uso eléctrico de una empresa o cliente durante un período que puede llegar a los diez años —conocido como «contrato de rendimiento»—. Dentro de tal plazo, se encargan de gestionar parte o la totalidad de las inversiones dedicadas a este apartado para establecer una estrategia de ahorro y obtener un margen de beneficios, del que se cobran un porcentaje. Si bien es cierto que es necesaria una inversión inicial de cierta cuantía, el precio sale muy a cuenta a empresas que, según revela el informe del Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2011-2020, pertenecen en su gran mayoría al sector inmobiliario, del transporte y de la transformación energética (cuya suma porcentual supuso casi el 60% del total de toda la economía española en el año 2009). Todo parece indicar que ha llegado la oportunidad más clara para una actividad antes desapercibida, con un potencial de crecimiento aún por explotar y que podría convertirse en una vía de reciclaje o de reubicación laboral para perfiles profesionales como el de técnicos o ingenieros.

Un sector creciente a escala global

Si bien estas «ESEs» se encuentran aún dando sus primeros pasos en España, queda claro que la difícil coyuntura económica, sumada a los duros recortes del Gobierno, ha dado pie a una apuesta cada vez más decidida por reducir el derroche eléctrico, tan usual en los años previos a la recesión. De hecho, la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR) confirmó la inscripción de más de 100 empresas españolas con sistemas de eficiencia energética sólo entre 2011 y mayo de 2012.

Una tendencia que refuerzan los resultados del último Indicador de eficiencia Energética Johnson Controls, que señala que el interés por la gestión de energía entre las empresas creció un 34% en todo el mundo en lo que va de año. Según este estudio —que constata que «se está produciendo un gran cambio»—, son los propietarios y los gestores inmobiliarios los que más demandan esta asistencia, seguidos por los ramos dedicados al servicio. También muestra cómo la búsqueda de la eficiencia en el gasto y los incentivos fiscales se han convertido en las dos piezas clave que más han avivado a este prometedor mercado. En España, el quinto país en Europa que mayor dependencia energética tiene, tampoco faltan datos que refuerzan la positividad del impacto de estas políticas de gestión energética en todos sus sectores de actividad. Los últimos estudios del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) muestran que el impacto productivo de este sector sobre el resto podría generar un valor añadido bruto a la industria de hasta 136.000 millones de euros cuando acabe el Plan de Ahorro y Eficiencia Energética español (PAEE) en 2020.

Ahorro potencial en la Comunitat

En la Comunitat Valenciana, las nuevas necesidades de ahorro de muchas de sus pymes llevaron, en marzo de este mismo año, al nacimiento de la Asociación Valenciana de Empresas de Servicios Energéticos (Avalese), que aúna a cuatro de las organizaciones más reseñables que operan en la región como son Fulton, Vareses, Valora Energía y ADS Energy Consulting. Al frente de la organización está su presidente, Alberto de Sanctis, quien considera que «el potencial y los beneficios que puede dar este sector en la Comunitat son enormes». De hecho, la previsiones que maneja la patronal valenciana hablan por sí solas. De Sanctis estima que, sólo en la Comunitat Valenciana, «este nuevo sector podría suponer ahorros de entre 180 y 300 millones de euros anuales —entre gasto público y privado— con la aplicación de las propuestas de ahorro adecuadas y siguiendo las iniciativas europeas de eficiencia energética». Igualmente, y dentro también de las acciones promovidas por el segundo plan de ahorro energético nacional, se podrían crear unos 300.000 puestos de empleo en toda España (de los cuales entre 20.000 y 30.000 redundarían el actual tejido industrial valenciano).

Otro supuesto significativo desde Avalese: si se aplicaran medidas de eficiencia energética en el alumbrado público de la Comunitat (que requiere la inversión de unos 1,5 millones de euros anuales), se reduciría tal gasto a algo más de 200.000 euros por año (un 70% menos), lo que amortizaría en unos tres años la inversión aproximada de 700.000 euros dedicada a financiar a dichas gestoras.

«Hay varios causantes de este boom de las empresas de gestión energética en la Comunitat Valenciana», aclara de Sanctis. «Por un lado, el modelo de las energías renovables, que se basaba en primas y ha fomentado el despilfarro energético, se ha mostrado como un modelo de negocio desaprovechado. Por el otro, la nueva Directiva 2010/31 sobre eficiencia energética de la Unión Europea —que actualiza los preceptos de sostenibilidad en cada sector— implica que se lleven a cabo medidas para cumplir tales requisitos, y aquí las empresas de gestión de energía podemos marcar una gran diferencia», comenta el portavoz de Avalese.

El modelo de la gestión energética se presenta hoy como un negocio prometedor, con un marco legal favorable y que no sufre de condicionantes que frenen el atractivo de su innovador servicio. Desde Avalese sostienen que «el negocio en la Comunitat Valenciana se va a centrar en la gestión y asesoramiento de las pymes del territorio», e indican que «los efectos comenzarán a verse claramente antes del año 2015».