Turís no disparaba en esta plaza desde 2012. Y volvió ayer tarde. Las ganas de cumplir quedaron patentes por la potencia y la cantidad de material con los que regresaron los turisanos. Quemó una traca inicial, cumpliendo con la tradición, pero no la dejó terminar porque se adelantó con el inicio aéreo. La apertura en aire la hizo con varios juegos de efectos desplegando ya el disparo por todo el lateral Este (Barcas-Correos), en pantalla. Los jóvenes Vicente Cervera y Gaspar y Severino Guaita (hijos de los propietarios, Vicente Cervera y Gaspar Guaita) querían demostrar, en esta reentrada de Turís, que querían adueñarse de nuevo de este recinto del que salieron hace cuatro años. El aéreo inicial no tuvo final ni marcaje y siguió tal cual por encima de la mascletá cuando esta apareció. Todo esto se hizo con volcancitos verdes con truenillos rojos, del mismo tipo. Habiendo tantos y al repetirlos, quizá debieran afinarse para que fueran todos a una altura de tiro más igualada. El acierto de Turís fue salvar lo plano de este fondo jugando con sonidos diferentes: pitos primero y, especialmente, unas chicharras agudas después. Muy bonitas, por cierto, diferentes a otras casas, cosa que siempre se agradece. La mascletá, larga y bien sostenida, terminó en el centro de la plaza en su quinta retención. El terremoto, que entró a su contra y con un gran escalón sonoro, saltó la plaza y se inició en la esquina de Márqués de Sotelo para ir hacia Correos y volver a entrar a la plaza. Un bombardeo de truenos (Sur) precedió a una rúbrica final larga, por todo el perímetro, con variados pases. Lo mejor, las tajantes y acertadas rodadas de truenos digitales en el suelo y el final aéreo hermético, que es lo que dejó esa buena sensación final.