El calendario festivo marca desde hoy un giro radical a cinco meses vista de que lleguen los días grandes. Una vez finalizado el proceso de elección de las falleras mayores, que ha marcado la actualidad desde el mes de julio y que ahora entra en la normalidad de su funcionamiento, el protagonismo pasan a tenerlo otras facetas de la fiesta: monumento, cultura y actividad. Ha querido el cambio de registro coincidir con la llegada del momento culminante del concurso de teatro (se incorporan la obra larga e infantil), empieza el concurso de «play back» y ya comienzan a desvelarse de forma masiva los proyectos a plantar y quemar en marzo de 2017.

La Sección Especial creó hace años, en tiempos de mayor esplendor económico, una fiesta global para presentar conjuntamente sus proyectos. Una forma de presentarse al mundo y hacerlo dándolo todo y gratuitamente. Esa cita ya está disponible desde ayer en Nuevo Centro. Este particular acto de «descoberta» ha sido extendido masivamente en las comisiones de falla, que han convertido lo que era un simple trámite en juntas generales en un acto especial, con apertura de casal, presencia de los artistas, descubrimiento ritual de los bocetos o maquetas, copetín y, en definitiva, implicación social en el «monumento». Y más adelante también harán lo mismo, en actos globales, sectores y agrupaciones.

Gran paradoja la de los tiempos actuales, en que ese protagonismo de la obra artística coincide con una época en la que la asignación económica para el mismo no es la más boyante ni mucho menos, teniendo al colectivo profesional, el de los artistas, en una situación de precariedad casi endémica.

La Sección Especial no escapa de los recortes, pero no dejan de ser la atracción principal de la ciudad cuando llega el mes de marzo y no dejan de ser los colectivos que apuestan y creen de verdad en la llamada «esencia de la fiesta». Pasan los años y la Federación se aferra a su propia cohesión. Hace años que abandonaron Avenida Burjassot-Padre Carbonell y la Merced y después lo hizo Nou Campanar. Al núcleo de fundadores (Convento jerusalén, L’Antiga de Campanar, Na Jordana, Pilar, Duque de Calabria y Sueca-Literato Azorín) se les unió, con el paso de los años, Almirante Cadarso, Cuba-Literato Azorín y Exposición, para conformar el grupo de nueve actual.

La máxima categoría llega a su curso 16-17 con el paso cambiado. En los últimos ejercicios se había observado una cierta regresión al pasado. Si Convento Jerusalén es la única que ha mantenido una cierta regularidad temporal, ahora se observaba claramente el resurgimiento de clásicas del siglo pasado: Pilar, L’Antiga de Campanar y Na Jordana. Pero el pasado mes de marzo, el Pilar pinchó por el desencuentro con su artista; l’Antiga sí que mantuvo su particular idilio con el podio, Convento se mantuvo en la zona noble natural y Na Jordana, que parecía volver a mirar hacia arriba, se ha encontrado no sólo en 2016, sino ya en 2015, con los dos peores resultados de su historia.

A esto se añade la capacidad de supervivencia en la zona alta de Exposición y, sobre todo, el acontecimiento que conmocionó al cosmos fallero: la victoria de Cuba-Literato Azorín, que revolucionó de arriba a abajo nuevamente el escalafón. El resultado fue que la teoría de la regresión saltó por los aires. Todo esto, unido a los cambios de artistas (son nuevos en Convento, Pilar y Antiga) convierten el nuevo curso en un reto apasionante para todos, en el que ni siquiera la diferencia de presupuestos resulta ya indicativa en los puestos altos.

Cuba rompió el «cascarón»

La situación de Cuba-Literato Azorín es contrapuesta. En lo bueno, ya saben que ganar es posible. Lo intentaron muchas veces y sufrieron alguna gran decepción. Pero ahora ya han roto el cascarón. Se han ganado el derecho a optar a todo. A la vez, el artista Carlos Carsí tiene el listón altísimo nada más empezar su carrera en la máxima categoría. A partir de ahora cuenta como un candidato firme a todo, pero también habrá que pensar que no se le puede exigir un primer premio cada año. Lo mejor para él es que, nada más llegar, ya está «posicionado».

Otra de las novedades de este año es el regreso de Julio Monterrubio. Plantó en 2004, 2009 y 2013, casi ciclos olímpicos. Pasan los años y sigue siendo objeto de una veneración especial. Regresa cuatro años después con una obra con un estilo reconocible, al menos en boceto, que le hará acreedor de favoritismo en las quinielas de los próximos meses.

Cambios de lugar y debuts

El otro gran cambio es el traslado de Pere Baenas desde el Pilar a Convento Jerusalén. Baenas es caso parecido al de Cuba-Literato Azorín, pero en artista: tuvo que pasar muchos proyectos para que su figura pasara de ser un «buen artista», o incluso «puntero», a deshacer el muro y ser considerado ganador. Lo logró en 2014, repitió en 2015 y tras el desencuentro con el Pilar, que dio lugar a la fallida «Perestroika» del pasado mes de marzo, cruza la ronda interior y pasa a Convento Jerusalén, donde le «compran» el proyecto hindú que se quedó en la carpeta y donde podrá trabajar con todos los predicamentos para poder ganar.

Ese movimiento de fichas provoca la llegada del Pilar de Paco Torres. Que no «llega» porque nunca se ha ido: es fallero de la comisión. Es uno de los artistas de nueva generación, «alter ego» de Carsí, llamado a tener una posición importante en el escalafón en el futuro. Y ésta será su primera oportunidad.

El otro debut es el de Na Jordana, que sigue buscando su lugar. Presentarán a Toni Pérez con el diseño de José Gallego. Llega con menos antecedentes previos en el «cap i casal», aunque sí con un oficio ya demostrado para afrontar el reto. El resto de participantes son fieles a sus artistas. Empezando por el binomio-récord: Manuel Algarra-Almirante Cadarso, que iniciarán su proyecto número 13 cogidos de la mano, algo nunca imaginado en la máxima categoría, donde la relación entre autor y comisión no suele rebasar los cinco años seguidos. Algo que sí que logran este año Sergio Musoles en Duque de Calabria (ya seis años juntos) y Paco Giner en Exposición (cinco). «Javito» Álvarez-Sala repite en Sueca, una demostración de cariño por parte de la comisión ruzafeña, que creyó en su trabajo por encima de un premio, el noveno, que sorprendió a propios y extraños por escaso.

Una concepción artística clara

Los proyectos mantienen una estructura consolidada, la que se lleva: repasos a la actualidad mediante el empleo de personajes históricos o étnicos, y composiciones basadas mucho en piezas numerosas («remates escena»), más que en elementos únicos. El Mago de Oz, el rey Midas, las películas realizadas en India, la Revolución Francesa, la prensa, Dante y la comedia, Atila o el cabaret son pretextos argumentales para, a base de metáfora, repasar el presente y lo que venga.