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Lucía Serrano Morales (R. Valencia - San Valero)

Reserva espiritual ruzafeña

Lucía Serrano mantiene la habitual presencia de su barrio en el cargo representativo y la racha imparable de su comisión - Con 21 años, es de las pocas que aún son estudiantes

Reserva espiritual ruzafeña

Como ciencia nada exacta, el palmarés de la corte de honor registra ciclos sorprendentes. Reino de València-San Valero, por ejemplo, no había inscrito su nombre entre las comisiones que habían tenido representante en la corte -si contamos desde la nueva era iniciada en 1980 con la elección totalmente democrática-. Pero un día, porque sí, las cosas se ponen a cambiar y los coches oficiales se convierten en estampa habitual. Empezaron presentándose a lo grande con Claudia Villodre, fallera mayor infantil en 2014, siguieron con Paula Ibáñez en 2016 y ahora, nuevamente en el año par, le toca a Lucía Serrano. Tras dos generaciones de sequía, una de las tres patas de la Santa Verbena es ahora líder de presencias en el último lustro, empatados con Exposición e Isabel la Católica.

Y con Lucía, las Russafas (la A y la B) salvan el año y evitan quedarse sin representante, algo que tan sólo les ha ocurrido seis de las 39 convocatorias «democráticas» anteriores.

Lucía Serrano forma parte del grupo de falleras que, si existieran apuestas on line, habría dado pocos dividendos: su presencia en la gran final era de las esperadas y deseadas por una copiosa mayoría. «No lo esperaba». Latiguillo que escucharán a todas las "fijas" o "casi fijas". Su razonamiento: «no sería la primera ni la última vez que una chica que es conocida o que suena su nombre no sale elegida. La decisión es del jurado y las quinielas o los comentarios, a la hora de la verdad, no significan nada». Para impermeabilizarse al favoritismo «no me mirado mucho las redes porque nunca se sabe lo que puede pasar. No quería hacerme ilusiones de más y tanto si hubiese salido como si no, habría estado igual de orgullosa». Ahora viene «el proceso de asimilación. He vivido el momento con mucha ilusión, estamos muy felices, en casa también y ahora sólo queremos vivir el momento y lo que va a venir».

¿Qué fue lo más difícil? «Controlar los nervios, pero en general las pruebas fueron fáciles porque el jurado nos lo ha puesto fácil. No he interpretado ningún papel: no lo iba a hacer en las pruebas cuando no lo hago en la vida. He sido muy puntual y he sido yo misma».

Finalmente, sus 21 años la dejan en tercera posición de juventud en el grupo. Por apenas unos meses supera a Noelia Ibáñez. «La edad es un número, no indica la madurez de una persona. Me he sentido una más desde el principio y no noto para nada la diferencia de edad» (para cuando Lucía nació, algunas de sus nuevas compañeras de viaje ya estaban en edad de ser falleras mayores infantiles). «Además, pertenezco a una falla "pequeña", en la que estamos acostumbrados a relacionarnos personas de diferentes edades». Y en un grupo, pues, integrado en el mercado laboral, es de las pocas estudiantes que quedan en proceso de formación; en este caso, ADE. «Me organizaré. Voy a esforzarme e intentaré sacarlo todo».

Es la menor de dos hermanos y fue fallera mayor infantil dos veces «porque la segunda fue cuando mi padre fue nombrado presidente. Sólo me presenté a la corte la primera vez (fue finalista para la de 2006) y en la segunda lo único que quería era volver a representar a mi falla y estar acompañada de mi padre». Y desde entonces. Toda su preadolescencia, adolsecencia y edad adulta hasta hoy la conoce exclusivamente con la figura de un padre, Santiago, presidente. «Tiene mucha gente que le apoya, por lo que si me sigue este año, seguro que habrá gente que le ayude a que la falla siga adelante».

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