Todos los escenarios previsibles en un accidente nuclear arrancan del mismo supuesto: la pérdida de suministro energético. Un factor desencadenante del desastre que no deja de resultar llamativo en una instalación diseñada para producir kilovatios.

La Central Nuclear de Cofrentes se alimenta de la energía que genera, pero no es suficiente en términos de seguridad. El accidente de Chernóbil se produjo después que deliberadamente y como parte de un experimento "oficial", las autoridades soviéticas impidieran el suministro eléctrico hasta que fue demasiado tarde y no pudieron recuperar la central.

Para garantizarse el suministro bajo cualquier circunstancia, Cofrentes dispone de tres generadores diesel de gran capacidad situados en tres salas independientes y dotados de un alternador de 6,3 kV. Periódicamente se revisan y se arrancan para comprobar su buen funcionamiento y certificar que su potencia basta para mover las bombas de recirculación y todos los elementos de seguridad de la central.

Respecto al suministro exterior, el parque de intemperie de Cofrentes saca la energía generada en la central nuclear a través de cinco líneas de alta tensión (4 a Valencia y una a Madrid). Dispone además de dos líneas de reserva , una de las cuales ha sido activada para alimentar "en isla" -aislada de la red nacional e inmune, por tanto, a hipotéticos apagones- a los bombeos de la central hidroeléctrica de Cortes-La Muela, los que suben el agua por la noche al inmenso depósito construido en la reserva natural. Hace unos años, la otra línea de reserva fue habilitada para poder inyectar energía eléctrica procedente de la red nacional a la central nuclear de Cofrentes.

Sin embargo, todo lo procedente del exterior puede fallar, de ahí el importante papel de los grupos diésel. En Fukushima y a falta de un análisis más detallado, el problema iniciador de la catástrofe parece estar en la inundación/inutilización de los grupos diésel sumada a la falta de suministro eléctrico exterior. Fuentes sin confirmar apuntan a que el diseño base de Fukushima preveía una ola de tsunami de 6,5 metros de altura, pero el monstruo que llegó tenia 11,5 metros y destruyó los motores diesel y los edificios que los albergaban.

Un refuerzo a su alcance

Hace unos años, Cofrentes decidió explotar su ubicación junto a varias centrales hidroeléctricas para construir dos líneas de 138 kV de uso exclusivo de la central y con entrada diferenciada a la del parque de intemperie. Ambas líneas, de unos pocos kilómetros de longitud y, por tanto, poco vulnerables y/o fácilmente recuperables, unen Cofrentes con la central hidroeléctrica de Basta -a 5,20 kilómetros de distancia- y con Cortes-La Muela (11 km).

Aun en el caso de que toda España se quedara sin suministro tras un apagón, cualquiera de estas centrales eléctricas podrían dar a Cofrentes la energía vital capaz de evitar el desastre. Solo un gran terremoto que desplazara y destruyera las centrales hidroeléctricas de Cortes y Basta-una en el Júcar y otra en el Cabriel-podrían anular esta fuente de energía.

Los peores escenarios posibles en una central nuclear surgen de la pérdida de energía

Si una central nuclear se queda sin energía eléctrica está perdida. Así lo contemplan todos los análisis probabilísticos de seguridad (APS) con los que las centrales nucleares de todo el mundo se han dotado de un guión previsible sobre la secuencia de episodios que puede impedir la refrigeración del núcleo, qué hay que hacer para evitar el desastre y qué ocurre si en cada momento no se toma la decisión acertada. Por desgracia, Fukushima no es un escenario "probable" derivado de una pérdida de energía, sino una realidad que puede comprometer la habitabilidad de una amplia zona del Japón.

Da igual que la central sea un modelo de agua en ebullición Boiling Water Reactor (BWR) o presión Pressurized Water Reactor (PWR), desde el momento en que se desata una alarma y es necesario insertar las barras de control que paran momentáneamente la reacción en cadena del reactor hace falta disponer de grandes reservas de energía, que alimenta también todos los sistemas redundantes de seguridad y esencialmente la refrigeración del núcleo, que requiere bombas de gran potencia para vencer la presión del reactor. Sin energía eléctrica nada se puede hacer ni en el núcleo ni en las piscinas de combustible gastado, como se ha comprobado en Japón, de ahí que la normativa internacional sea muy estricta en este apartado y busque siempre reforzar por varias vías el suministro.