El entonces denominado Coruña consiguió que el 2 de junio de 1963 las azoteas y balcones que rodeaban el estadio estuvieran atestadas de gente. Hasta desde la cúpula del antiguo convento de Carmelitas llegaban los ánimos. Vallejo entró en combustión aquel domingo. Su aforo rondaba los 14.000 espectadores, pero las fotos de aquel día lo desmienten. Y permiten comprender la expresión «lleno hasta la bandera». El Deportivo fue el convidado de piedra a la catarsis del decano y su hinchada. Habían pasado 35 años desde que se inició la Liga en 1928 y al fin conquistaban la élite. Los gallegos tenían un equipazo y jugadores de la talla de Betancort, Lariño, Veloso o Montalvo, pero no pudieron con los levantinos ni en Riazor (1-2) ni en Vallejo (2-1). Milo, en su viñeta periódica en Levante (El món, per un forat), dejó escrito, bajo el título Aupa Levante: Com el Levante prospera i es troba d´enhorabona, amb coets el cel atrona perquè ha pujat a Primera. Un goig i una polsegüera que armà tota l´afició, perquè tindrà l´ocasió, que d´eixe succés dimana, d´un partit cada setmana de Primera Divisió. Un «valencianot» enarbola una bandera blanca y otra blaugrana. Apenas se daba fútbol en la tele; había que ir al estadio. Y mucha gente con simpatía granota iba a Mestalla y viceversa. Más viceversa, en realidad. Sea como fuera, Valencia, al fin, latió en blaugrana.

He releído muchas veces las crónicas de aquel día y las cosas pudieron haber transcurrido de forma muy distinta. En los 10 minutos primeros el Llevant, rebozado de euforia, estuvo atenazado por los nervios y los gallegos pudieron voltear la eliminatoria. Pero perdonaron. Aún en el 87´ Montalvo falló un penalti que acongojó a Vallejo. Algo similar pasó en Mestalla la semana pasada: en la primera mitad el Llevant dominó la medular y creó hasta cinco ocasiones claras de gol. Nunca los granota habían sido tan descaradamente dominadores de un derby, y menos aún en Mestalla. Sin embargo, los detalles estuvieron del lado merengot. Como en aquel día mágico del 63 se pusieron de parte levantina. Montalvo pudo marcar el penalty pero falló. Y Roger rematar a la red el balón que se estrelló en la cruceta.

El Llevant dio un recital en Mestalla hasta el riguroso penalti del 1-0. Después acusó el golpe psicológico de haber tenido al Valencia contra las cuerdas y no haberlo noqueado. Pese al varapalo, el levantinismo ha comprendido que sus futbolistas tienen más capacidad de la que muchos les suponían. Y además: si en unos días Rubi fue capaz de cambiar completamente la cara al equipo, ¿por qué no va a conseguir sacarle el máximo rendimiento? Al Llevant le urgen detalles para una victoria. Necesita que Roger meta ese primer gol que se le resiste, por ejemplo. Para ganar, convencer, sumar tres puntos y ver el mundo desde otra perspectiva; para reinstalar, en jugadores y afición, la esperanza y la confianza. El Dépor deber ser hoy de nuevo un convidado de piedra, una víctima propiciatoria para ese punto de inflexión que debe lanzar al Llevant a la zona templada de la tabla. Es un momento clave, con rivales asequibles: Depor, Betis y Granada en Orriols, y visitas al Molinón y a Cornellà. El 14 de diciembre, para cuando llegue Cuero, que está hecho, el Llevant debería tener ya 15 puntos, al menos. Para que eso suceda, hoy los detalles van a ser cruciales. Y hay que ir al 120 % para inclinarlos del lado blaugrana.