Salió cruz. Otra vez. La sonrisa de la fortuna se le resiste al Levante UD esta temporada. En Balaídos, el equipo de Rubi consiguió lo más difícil: volver a meterse en el partido con un 3-0 en contra y creer en la remontada. Sin embargo, cuando se acariciaba el empate, los errores defensivos lastraron el trabajo de una segunda parte divertida para el público pero de infarto en los banquillos.

En los primeros minutos, los de Orriols priorizaron apuntalar la solidez defensiva de las últimas jornadas. Entre Navarro, Feddal y Simao se bastaron para reducir a centros sin rematador los arreones iniciales de los vigueses. Aspas, Bongonda y Orellana, con libertad de movimientos a partir de la línea de tres cuartos, no fueron capaces de conectar con Guidetti, el referente de los celestes en el área. Sin embargo, en el aspecto ofensivo el conjunto granota no inquietó a los de Berizzo. Deyverson, peleado con el mundo, junto a Cuero, perdido en carreras a ninguna parte, y Morales, voluntarioso pero poco efectivo, no probaron los guantes de Sergio.

Pasada la primera media hora, el Levante UD se disolvió en la fría tarde de Balaídos. Ante la parsimonia de Lerma y Camarasa, inoperantes en todas las facetas del juego, Wass marcó el compás del encuentro a su antojo y los locales se adueñaron del esférico para empujar a los azulgrana hacia su portería. Aspas apareció entonces para encender la mecha. En el 34', el hábil delantero gallego ganó la espalda de Feddal y sirvió en bandeja el tanto a Guidetti con un preciso pase de la muerte. El sueco remachó a placer, sin oposición, para poner en ventaja al Celta. Un doloroso golpe al mentón de los de Rubi difícil de asimilar. De hecho, seis minutos después, Wass se inventó un pase de dibuos animados por encima de la zaga levantinista para dejar a Guidetti sólo ante Mariño. La conexión nórdica entre el centrocampista danés y el goleador sueco desembocó en una plástica vaselina que instauró el 2-o en el marcador. Con este resultado, la grada celeste celebró la llegada del descanso casi como la victoria final, a la espera de una plácida segunda mitad.

Dos goles en dos minutos

Nada más regresar de los vestuarios, Orellana falló un mano a mano con Mariño en un rápido contragolpe de los locales. Respondió el Levante UD con un disparo desviado de Camarasa, que golpeó con rabia pero sin fe. El fiel retrato de las sensaciones que desprendía entonces el equipo valenciano. Poco después, Aspas dejó en evidencia a la defensa granota con una jugada imposible que terminó con el 3-0. El choque parecía resuelto y el Celta se confió, levantó el pie del acelerador y comenzó a pensar en la eliminatoria de Copa contra el Atlético. Oxígeno puro para el Levante UD.

Deyverson, con un majestuoso salto y un certero testarazo, aprovechó el centro de Camarasa para recortar distancias. Un gol que parecía insuficiente, pero que despertó el alma de la remontada. Dos minutos después, un balón colgado desde la izquierda cayó en los pies de Pedro López, volcado al ataque. El de Torrent, como si fuera un extremo consagrado, remató de primeras y silenció Balaídos con el 3-2. Las tornas habían cambiado y con el Celta «grogui», Rubi sacó toda su artilleria sobre el césped. Rubén, Roger, Morales, Deyverson y Ghilas coincideron durante un cuarto de hora en el que el empate se rozó con la yema de los dedos. El partido era un ida y vuelta sin control ni freno, no apto para cardíacos.

No obstante, el fútbol volvió a ser cruel con el Levante UD, como ya sucedió en el Vicente Calderón, y cuando más cerca parecía el punto de la igualada, Orellana surgió de la nada en una jugada aislada para anotar el amargo 4-2. La alocada tarde de ayer, por contra, no acabó ahí. Morales, tras una jugada de ataque del Levante UD trenzada más con el corazón, resolvió en el segundo palo para marcar el 4-3. Llegó demasiado tarde, cuando solo quedaban dos minutos. Los de Rubi lo intentaron todo, pero con poca cabeza, y pecaron de imprecisos. El Celta sufrió pero aguantó. Otro punto de oro que se escapa y no volverá. Se acabó el margen de error.