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Producción

El vino callado de Dianium

Entre los siglos I y III la Marina Alta fue un intenso centro de producción y exportación para el mercado interior y el norte de África - La industria local generó el ánfora Almadrava IV

El vino callado de Dianium

¿Qué pensaría un dianense del siglo I si viera hoy su ciudad? Seguramente deploraría algunas pérdidas, constataría ciertos prodigios y si ese hoy fuese además un hoy de agosto no es improbable que se llevara la mano al gladius. Por precaución. Pero sobre todo preguntaría qué se hizo de los cultivos de vid que lo cubrían todo como un mar de hojas verdes frente al azul del otro mar.

La arqueología lleva exhumando desde los años 80 evidencias constantes de que la Dianium romana fue un importante centro de elaboración y comercio de vino. Esta actividad arrancó hacia el año 40 de nuestra era y se mantuvo, con intermitencias, hasta el año 285. Aunque según el arqueólogo municipal, Josep A. Gisbert, que en esa época se dejasen de fabricar ánforas no tiene por qué significar que se abandonasen los cultivos. Puede que, simplemente, se cambiase la naturaleza de los contenedores.

De la actividad comercial de la llanura litoral de Dianium dan testimonio los quince alfares - centros de producción cerámica - que se han podido excavar a ambos lados de la desembocadura del río Girona. Con el caldo de las vides que protegía el Montgó se brindaba en Carthago Nova (Cartagena) y es probable que también en Mauritania y el Norte de África.

El peso de la industria exportadora era tal que en los hornos cerámicos el 85% de la producción eran ánforas. Y de éstas, nueve de cada diez eran para vino y solo una para aceite. El último hallazgo de una instalación de estas características en Xaló no hace sino completar el mapa que los arqueólogos llevan dibujando hace treinta años.

Almadrava IV

Uno de los alfares más singulares de toda la Tarraconense es la villa romana de l'Almadrava, situada al norte de la desembocadura del Girona. Tanto es así que incluso da nombre a un tipo particular de ánfora, la Almadrava IV, que circuló por los puertos del mediterráneo en el siglo III.

Además, en el espejo del puerto de Denia se han encontrado otros modelos, como el ánfora Dressel 2/4, procedente del alfar de Oliva, o el ánfora G.4 hecha con materiales locales y muy similar a la Almadrava IV que señalan el litoral dianense como un activo punto de distribución de estas mercancías.

Y si todo esto fue así ¿por qué no hay ninguna referencia textual que lo corrobore? ¿Por qué callaron los clásicos? El arqueólogo Josep A. Gisbert afirma que se trata de un silencio «prodigioso» y que «el descubrimiento del vino de Dianium y su presencia y trascendencia en el marco de la romanización es un fenómeno que aflora a partir de la arqueología y se nutre de su praxis».

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