Parc Sagunt se convirtió en el principal símbolo industrial de la Generaliltat de la última década. Sin embargo, la crisis económica ha roto por completo los planes de un recinto que impulsaron las sociedades públicas del Consell y del Gobierno central y que aspiraba a convertirse en uno de los principales polos siderúrgicos de España. Pese a su situación estratégica privilegiada, tanto por sus conexiones marítimas como ferroviarias debido a la próxima puesta en marcha del tercer raíl para trenes en el corredor mediterráneo, las perspectivas de este recinto del Camp de Morvedre se ven truncadas debido a la paralización de ambiciosos proyectos empresariales que pretendían constituir un auténtico polo siderúrgico. Entre los planes frustrados figuran el que en su día perfilaron Brava Steel (de la mano de Corporación Ros Casares) o el de la compañía Celsa.

La recesión también suspendió la puesta en marcha de una terminal portuaria para productos siderúrgicos en el recinto de Sagunt. Y hace pocos días, la multinacional germana ThyssenKrupp ahondaba los problemas e incertidumbres sobre el futuro del complejo industrial al anunciar sus planes para desmantelar la fábrica de galvanizado de bovinas Galmed, pese a contar con inversores, a lo largo de 2014.

¿Asistimos a otro proceso de reconversión tal como sucedió con Altos Hornos del Mediterráneo (AHM) a principios de la década de los ochenta? ¿Afectará el cierre de Galmed a otras grandes industrias allí instaladas? Para el veterano empresario de Sagunt Simón Montolío, fundador y expresidente de Asecam „la patronal del Camp de Morvedre„ la situación es realmente compleja. «La marcha de Thyssen arrastra también a Arcelor Mittal y al suministro al mercado interno. Tendrá una repercusión directa sobre la actividad de esta área», explica Simón Montolio. En su opinión, «asistimos a un proceso parecido a la reconversion industrial de AHM, aunque con diferentes actores.«Habrá que ver dónde se recoloca el personal de Galmed y la industria auxiliar, pues será un problema social de primer orden en una comarca muy azotada ya por el desempleo. Esperemos que no afecte a Ferrodisa o ArcelorMittal», puntualiza este empresario.

Proyectos fallidos

La macroinversión de 440 millones de euros de Brava Steel para crear una de las mayores plantas siderúrgicas del sur de Europa, anunciada a bombo y platillos en mayo de 2007, continúa paralizada por la crisis económica y los problemas de financiación de un proyecto de tanta envergadura. La planta quería emplear a unos 350 puestos de trabajo directos, a los que habría que sumar otros 1.000 empleos indirectos y unos 3.000 que surgirían en la industria auxiliar. La facturación anual esperada por el grupo Ros Casares rondaba los 600 millones de euros. Con todo, este imperio familiar, que tenía adjudicada una parcela de 400.000 metros cuadrados por 39 millones, ni siquiera llegó a desembolsar el 20 % que se formaliza al realizar el contrato de señal de suelo. Fuentes de la compañía atribuyeron el retraso a causas burocráticas (conselleria de Medio Ambiente), así como a sobrecostes no previstos en el proyecto, como una subestación eléctrica y otros equipamientos, que rondarían los 20 millones de euros. Sea como fuere, Ros Casares fue retrasando el proyecto y llegó a asegurar que no había tomado aún la decisión porque tenía ofertas más ventajosas en Vitoria. Nada de esto se ha materializado.

Celsa y terminal portuaria

Paralelamente, Terminal Polivalente Portuaria de Sagunt (TPPS) solicitó a finales del año pasado la cancelación de la concesión lograda en junio de 2006 para explotar un recinto dedicado al transporte marítimo de productos siderúrgicos, donde sus firmas promotoras „Grupo Ros Casares e Inversiones Valencia Capital Riesgo (filial del Banco de Valencia)„ tenían previsto invertir 36 millones de euros. Esta infraestructura, que quedó suspendida temporalmente en junio de 2009 debido a la crisis económica, ya no se materializará al solicitar sus propietarios la extinción de la sociedad a la Autoridad Portuaria de Valencia (APV), ente gestor de este puerto comercial del Camp de Morvedre. Ros Casares y Banco de Valencia pusieron fin a una aventura empresarial suspendida durante un lustro y cuya sociedad ha generado unas pérdidas de 97.040 euros durante 2011. La mercantil, que deberá enjugar sus «números rojos», realizó una ampliación de capital de 301.850 euros, con lo que su capital social se quedó en 421.850 euros. El grupo empresarial Ros Casares controlaba el 75 % de Terminal Polivalente Portuaria de Sagunt, mientras que el 25 % restante era del Banco de Valencia.

Una realidad que no se cumple

Parc Sagunt, que requirió una inversión pública de cerca 70 millones de euros, se presentó como la mayor extensión de suelo empresarial de Europa. Cinco años después de su construcción, el área concebido para crear 4.000 empleos y reactivar la actividad industrial y empresarial en la comarca acoge solo a cuatro compañías „entre estas la fábrica de zumos Zuvamesa, financiada por la Generalitat y empresas citrícolas„ en una superficie de dos millones de metros cuadrados. Las naves implantada representan el 10% del terreno urbanizado y no emplean a más de cien trabajadores.

A la vista de la situación, la presidenta de Asecam, Cristina Plumed considera que aún teniendo muchos condicionantes a su favor «muchas han sido las dificultades encontradas para que el proyecto tuviera el éxito y resultado fuera el esperado». Según esta organización patronal, los enfrentamientos políticos retrasaron la construcción de los accesos y la llegada del suministro de agua, luz y gas. Aunque el polígono comenzó a comercializarse a partir de 2005, su empuje definitivo llegó cuando los bancos ya habían cerrado el grifo y la llegada de la crisis financiera acabó ahogando el proyecto. Hay quienes apuestan por impulsar una zona franca (con mejor tratamiento fiscal), y apostar por el sector de la logística para dar salida a tanto suelo en espera de clientes, resalta Simón Montolio.

«Hay que tomar medidas que incentiven el uso del suelo industrial en Parc Sagunt „según Plumed„ y para ello hay que incentivar a las empresas que decidan invertir e instalarse en nuestra comarca con ventajas comparativas». Entre algunas medidas propone bajar el precio del suelo de las parcelas equiparándolo al del mercado en otros polígonos,así como dividir el suelo en parcelas más pequeñas, alquilar otras con opción a compra, así como ceder espacio durante un periodo de tiempo amplio.