¿Tiene futuro la industria en los países occidentales?

En toda economía una parte de la actividad siempre será fabricación de bienes. La pregunta a responder es cuál va a ser su relevancia en el empleo y en el PIB. Y desde los años noventa todo demuestra que la fábrica del mundo se traslada de manera lenta pero inexorable hacia Asia. Esa tendencia es, me temo, imparable. Pero mientras otras sociedades europeas debaten sin cesar acerca de las alternativas y los desafíos que este proceso implica, aquí seguimos instalados en la autocomplacencia o en intentar volver a un pasado que nunca volverá. No se impulsan foros transversales de debates ni, menos, iniciativas eficaces para difundir los cambios que están teniendo lugar en la economía mundial.

La Generalitat se ha marcado como objetivo que la industria tenga un peso del 20 % sobre el PIB en 2020. ¿Es un objetivo realista?

No, excepto que se produzca un hecho extraordinario, como que parte de Asia desaparezca de la faz de la tierra. Las ocurrencias, en este caso avaladas por patronal y sindicatos, para vergüenza ajena, deberían de quedar fuera de la actuación pública si, como debiera, su función es concentrar los esfuerzos en aquellos objetivos que siendo difíciles son posibles. Está en juego el bienestar de los valencianos. Quizá existen estas iniciativas tan castizas porque lo que se defienden son intereses particulares y no los generales.

En la Comunitat Valenciana hay una potente industria agroalimentaria. ¿Se incluye a este sector en las estadísticas?

Obviamente. Y aunque en un contexto tan cambiante apuntar sectores de futuro, como suelen hacer los que creen tener capacidad de adivinación, sólo contribuye a perpetuar errores todo indica que es uno de los sectores con mayores ventajas competitivas a pesar de ser uno de los menos valorados. Me refiero al agroalimentario en su sentido más amplio: desde los productos ecológicos a la gastronomía (un servicio en sentido estricto); no a limitarse a hacer de abastecedor a bajo coste de las grandes cadenas distribuidoras, lo que aporta un valor añadido muy inferior (excepto a la cadena).

¿Cómo puede diferenciarse la industria valenciana para ser competitiva?

Lo que debiera impulsarse es una mayor vinculación a las cadenas de creación de valor que hoy son, en gran medida, supranacionales. Ford es un excelente ejemplo. Claro que mientras persistan las fuertes restricciones de financiación que tienen hoy la inmensa mayoría de las empresas valencianas…