Rebajar a un tercio el presupuesto de Radio Televisión Valenciana.

— Reducir conselleries y altos cargos autonómicos.

— Cerrar aquellos títulos universitarios con menos de 50 nuevos estudiantes.

— Poner sobre la mesa el copago en determinados servicios sanitarios públicos. Impedir el acceso a las urgencias hospitalarias salvo razones de real emergencia o la correspondiente autorización medica.

— Reconfigurar el funcionarizado y plantearse el principio aplicado en Francia de sustituir una plaza por cada tres jubilaciones. Este es el momento de la innovación y de la creación de nuevos recursos.

— Resolver, fuera de interferencias de los partidos políticos, el problema de la fusión de la cajas asumiendo los riesgos que aquellas corren como consecuencia de su apoyo a una construcción desaforada…

Posiblemente no todas las medidas de este cariz van a ser suscritas con el mismo entusiasmo por todos los lectores. Se trata sólo de una muestra de las propuestas que uno, desde su ignorancia económica, ha ido recogiendo informalmente este verano, entre aquellos que eran conscientes de la situación de las finanzas de la Generalitat Valenciana y que ahora, el resto de valencianos, empezamos a vislumbrar (Levante-EMV del 11 de agosto): Más de 600 millones de déficit en 2008.

Sobre los presupuestos de la Generalitat Valenciana gravitan tres situaciones:

— La deuda que se ha ido generando para cubrir determinadas inversiones y déficits, que en su momento habrá que amortizar en los mercados financieros, pero que por el momento adopta la forma de los intereses a los que hacer frente. El total de esta deuda (de la GV y de los entes y empresas dependientes de ella) es una cantidad que al parecer nadie quiere reconocer, pero que puede estimarse.

Con lo ahora conocido, la deuda cuyo titular directo es la propia Generalitat generó unos intereses de 348 millones en 2008, y aunque los de las empresas que aquella avala no los conocemos con exactitud, si sabemos que solo una de ellas, Radio Televisión Valenciana, debe mas de 1.000 millones, lo que supuso 49 millones de intereses anuales (cifra tan creíble como preocupante). Si estimamos las deudas de todas las empresas con la GV como avalista (Ferrocarrils, Ciudad de las Artes y las Ciencias, Terra Mítica, etc.) no es alocado pensar que en total, en el 2008, hemos pagado intereses por mas de 500 millones. Ello supone que debemos en conjunto una cantidad que ya ha superado los 14.000 millones, estos es mas que el presupuesto anual de la GV de 2008.

— Al haber entrado en un proceso de impago de facturas, algunas empresas han empezado a pedir, y a ganar en los juzgados, intereses de demora (porcentualmente mucho mas altos que el del apartado anterior) como le esta ocurriendo sistemáticamente a la Conselleria de Sanidad. De generalizarse, se generaría un marco prácticamente incontrolable.

— Con lo publicado sobre el balance de 2008, la nueva situación marcada por el gran parón de la construcción ha supuesto que se recaudara mucho menos de lo presupuestado y como además se gasto mas de lo previsto, la crisis actual agrava el balance actual. Las empresas encargadas de valorar estas cosas se acaban de pronunciar y los comentarios son mas que preocupantes.

Para el Gobierno en primer término y para la oposición en segundo, la pregunta es obvia: ¿Qué medidas se proponen, frente a lo que esta ocurriendo en este terrible 2009? Corremos un riesgo que no se financie nuestro déficit y si se consigue, es seguro que lo será con intereses mas altos, ante la falta de confianza y la carencia de medidas correctoras. Esta es la razón de las duras sugerencias que aparecen al inicio de estas líneas.

Mas allá de las circunstancias que vive todo el Estado español y del triste episodio de los trajes, donde cada valenciano ya ha extraído sus conclusiones, es obvio que en la Comunitat Valenciana es absolutamente urgente encontrar un acuerdo de las fuerzas políticas, sindicales y empresariales para enfrentar la critica situación económica y laboral que ya vivimos y que empeorará durante los próximos meses. Les adelanto que en septiembre instituciones sociales importantes pondrán negro sobre blanco reflexiones y propuestas y ha llegado el momento de no retrasar unas decisiones que deberán ser tan duras como democráticamente debatidas. Hay posibilidades de minimizar los daños y los costes de lo que nos aguarda y así ayudar a superar la crisis, pero evidentemente el trabajo que queda por hacer no puede reducirse a medir lo poco o lo mucho que Zapatero pueda querer a la Comunitat Valenciana.