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Julio Monreal

Dos alcaldes estrella

Las elecciones municipales de 2007 alumbraron dos nuevas estrellas en el firmamento político valenciano: los alcaldes populares de Torrent, María José Català, y Paterna, Lorenzo Agustí, quienes se convirtieron en la imagen misma de la caída de la hegemonía política de los socialistas en el hasta entonces llamado «cinturón rojo» metropolitano de Valencia.

Los dos primeros ediles llamaron rápidamente la atención de los focos con actuaciones rompedoras incluso para los cánones de su propio partido. Català ponía en venta el coche oficial asignado a la Alcaldía y hablaba con el desparpajo de quien aún no había alcanzado la treintena sobre cosas de las que los demás no se pronunciaban.

Agustí, por su parte, se limpiaba los tics habituales de sus compañeros de partido con el simple gesto de colocar flores ante el paredón de Paterna, el lugar en el que fueron fusilados no pocos represaliados republicanos.

Desde unos inicios fulgurantes y comunes, los dos alcaldes han evolucionado en la política valenciana de forma muy distinta. Català abrazó la fe de Camps, y luego la de Fabra, y dijo cosas que chirriaban, pero dentro de la casa, donde los partidos ventilan sus trapos tiznados. Y hoy es consellera y portavoz del Consell, así como la más firme opción para sustituir a Alberto Fabra si un día de estos imputan al presidente por algo y tiene que dimitir por su propia «línea roja».

Lorenzo Agustí, en cambio, deja hoy la Alcaldía de Paterna y se va a casa. En el pueblo lo quieren. No podía hacer deporte en la calle porque le paraban a cada paso y le pedían cosas, así que se iba al viejo cauce del Turia, en Valencia, a correr.

Como se sentía apreciado, y se veía capaz, se creyó Ícaro, y dejó caer que podría ser alternativa a Fabra como presidente regional. Ahí debió ser cuando, como él dice, le hicieron la cruz. Quería desmontar lo que él llama «estructuras rancias» de su partido, pero poco a poco éste le descabalgó a él con la ayuda de dos asuntos administrativos que le han valido dos imputaciones. Pudo ser presidente, pero las estrellas han derretido sus alas.

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