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Despojos del cierre de la sesión

Nos asomamos al abismo, hace tiempo que estábamos colgados de un hilo. De ahí tanta efervescencia. Los comicios del mes de mayo van a tener mucha trascendencia, no tanto como los del 14 de abril que trajeron la república, pero hace tiempo que no se planteaban como una posibilidad de cambio tan profundo y tan variado. Esperemos que no sea lo de cambiar algo para que todo siga igual.

De momento se suceden las declaraciones y promesas. También los movimientos sospechosos en las instituciones, donde tienen prisa, porque las encuestas les avisan que no van a tener la misma libertad de movimientos o la mayoría para hacer lo que les viene en gana. De ahí que hagan concesiones, bien sea del Oceanogràfic o de las subvenciones a la escuela privada, pero también sobre enajenamiento de propiedades, como el famoso Chippendale, de la famosa y controvertida America´s Cup o la dársena, para la que el desfile de proyectos utópicos ha rayado a veces en la locura. Ahora les tientan para que cedan el edificio de los Docks de Demetrio Ribes, y una empresa más o menos china, promete levantar un emporio con un casino (lo de Madrid acabó en el ridículo). A algunos nos ha parecido siempre que el destino de este edifico inacabado y singular hubiera sido el de Museo Marítimo y no a otras funciones (los últimos años, una discoteca). Se ha argumentado que fue la Autoridad Portuaria quien decidió, porque era suyo, una autoridad sobre la que hay serias dudas en su gestión. Una enajenación tan arbitraria como los tinglados, durante años ocupados por los restos de las bases de los veleros que fueron famosos. De levantarse ahí un monstruo se desfiguraría para siempre la obra del arquitecto valenciano, como se ha desfigurado el único ejemplar remanente del complejo de Las Arenas en el nuevo hotel allí levantado (terreno que se vendió a la baja) y la piscina correspondiente.

De momento el Ayuntamiento de Valencia ha parado lo del PGOU de la huerta (entre todos la mataron y ella sola se murió) y se mueven para que Cultura desarme el plan para el Cabanyal a pesar de todas las sentencias. No es que luego no se podría impugnar, pero ya se sabe, lo largo que suele resultar ese tipo de proceso. Hay fiebre para que dejen firmado todo lo que esta economía de amiguetes ha propuesto y amañado. Y que deja un paisaje de ruinas o de complejos de difícil mantenimiento nacidos al socaire de la burbuja inmobiliaria.

Si hay recambio o cambio habrán de abrir los cajones y levantar las alfombras. Van a necesitar mucha tila. Estamos preparados para todo tipo de sorpresas. Lo ha dicho Rajoy, aquí ha pasado «casi todo». Y lo que puede pasar. Los taquígrafos habrán de tomar nota y esos famosos cronistas, veremos cómo cuentan el ocaso de sus dioses (o diosas). De momento es un temblor cotidiano, y puede ser un terremoto. No vamos a ver un cambio de sistema, pero sí una fase de la transición a más democracia.

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